Cómo mejorar nuestra capacidad de empatía
«Así como hay un arte del bien hablar, existe un arte del bien escuchar»
Epicteto de Frigia
La semana pasada comenté sobre la empatía y el gran efecto positivo que su práctica puede ocasionar en nuestro entorno profesional, siempre que no se caiga en excesos. Aunque señalaba que esta es una capacidad innata del ser humano que se aplica principalmente de manera inconsciente, también puede y debe adquirirse, desarrollarse y perfeccionarse.
Ser empático implica interesarse por la persona, conocer su cultura, aficiones, situación vital, sus necesidades, sus objetivos….., sólo así podremos ponernos en el lugar de los otros. Según Claudia Calderón, coach, las claves para ser empático son:
- Practicar la escucha activa con la intención de entender al otro
- Partir de la base que tu forma de ver las cosas es única y que todos los puntos de vista son válidos y respetables
- Entrenar la capacidad de entender las propias emociones como base para entender las de los demás
- Evitar aconsejar si no hay una petición expresa.
- Enfocarse en comprender al otro en lugar de juzgarlo
Por mi parte, añadiría otros elementos que también creo clave para ser más empático:
- Eliminar los prejuicios y los estereotipos
- Evitar relativizar el problema del otro. Lo relevante es si para él es importante y no lo que pensemos del mismo
- No sacar conclusiones precipitadas ni recurrir a explicaciones simplistas
- No sólo prestar atención sino mostrar interés
- No tener prisa y respetar los tiempos
Un elemento clave en el hecho de ser empático es la capacidad de escucha activa, que se puede definir como «una serie de comportamientos y actitudes que preparan al interlocutor a escuchar, a concentrarse en la persona que habla y a proporcionar respuestas (feedback)». Sin embargo, una serie de obstáculos o de actitudes inadecuadas pueden dificultar grandemente nuestra capacidad de escucha activa:
- Atender a diversos temas a la vez. Si dividimos nuestra atención, difícilmente vamos a poder concentrarnos adecuadamente en nuestro interlocutor
- Centrarnos en nosotros, en nuestras preocupaciones, en lugar de en la otra persona. Se podrían llamar las distracciones internas
- Hablar en vez de escuchar. En esas situaciones, nos concentramos más en la idea que queremos transmitir que en lo que estamos percibiendo.
- Escuchar con fuerte carga emocional propia
- Estar en un entorno con ruido.ambiente inapropiado, distracciones externas...
El gran Julian Treasure nos propone una serie de ejercicios para potenciar esta capacidad.
En la escucha activa debemos estar atentos a todo lo que expresa nuestro interlocutor e incluso sus posibles motivaciones o miedos ocultos, y no sólo a lo que verbaliza. Y, desde luego, debemos tener una actitud mucho más proactiva y empática que la de Dilbert con sus pobres compañeros o la que habitualmente muestra Dogbert.