Experiencias Study trip SF 2017

Dia 18 de marzo de 2017, vuelo Virgin Atlantic VS0019 procedente de Londres aterriza en San Francisco International Airport. Han sido unas 11horas de vuelo, más el vuelo previo Madrid-Londres, más tres horas de escala, más las esperas del aeropuerto. Es decir, prácticamente un día ha desaparecido del calendario como quien no quiere la cosa. Con ocho horas de desfase entre San Francisco y Madrid, no sabemos si es la hora de comer, de dormir o de desayunar. En octubre al comienzo del máster hablábamos entre los compañeros de este viaje, como algo que quedaba muy lejano. Cinco meses después, el momento ha llegado. Silicon Valley: la cuna de las nuevas tecnologías, de las startups de más renombre y con mayor crecimiento del mundo y en definitiva, del emprendimiento.

No hemos visto ningún nuevo prototipo tecnológico, ni las personas a las que hemos visitado han soltado palabra sobre los proyectos altamente secretos en los que supuestamente están trabajando. Pero la sensación es que aquí, en el valle -como dicen por aquí-, se está gestando el futuro próximo. Grupos de trabajo formados por gente muy joven, discutiendo en salas de reuniones quizá sobre cómo aplicar la inteligencia artificial a su idea o sobre cómo conectar a la red algún objeto que a nadie se le había pasado por la cabeza conectar. Desde luego se nota la mentalidad americana; aquí tienen muy claro que el que no arriesga no gana y que el éxito se consigue a base de trabajo. Además, en un ambiente extremadamente competitivo, saber venderse es un elemento fundamental. Ya sea auténtica innovación o mero marketing, lo cierto es que el mundo sigue la corriente de este lugar. San Francisco y alrededores es para muchos el objetivo soñado, la imagen del éxito, la referencia en el mundo laboral, especialmente en el campo de las nuevas tecnologías. El talento llega atraído por este ecosistema y los trabajadores desarrollan tal devoción por su trabajo- o las empresas se lo inculcan a base de unas condiciones insuperables- que su vida entera gira en torno a su startup.

Pero ¿es oro todo lo que reluce? Una mentalidad conservadora europea, con valores más allá de hacer negocio de todo lo que se mueve a su alrededor, puede encontrar lagunas en el modelo. Aquí las personas son productos y es difícil que alguien te dedique un minuto de su vida si no va a obtener un beneficio de ti. Los tiempos están muy ajustados y cada minuto tiene un precio muy elevado. Pero dejando al margen las cuestiones filosófico-morales, estamos cursando un MBA. Executive MBA, de hecho. Es decir, que estamos aquí para aprender a gestionar negocios con éxito, es decir, ganando dinero. Y en la bahía de San Francisco hay dinero a espuertas. Hasta el punto de que startups muy conocidas reciben ingentes cantidades de dinero de inversores, sin haber comenzado todavía a generar beneficios, tan solo con la expectativa de lo que se llegará a generar con la cantidad de usuarios captados y por captar. Estoy pensando en Lyft. Hay que reconocer que la idea es brillante. Hasta ese momento nunca había utilizado Uber o Lyft y he visto en primera persona cómo la idea de tener un conductor en tu puerta en 1 minuto, con un precio barato por el trayecto y conociendo el coste de antemano, se ha diseñado e implementado magistralmente.

De los testimonios que hemos escuchado me gustaría destacar a tres:

• Alex Castellarnau nos dio una charla magistral sobre su experiencia en San Francisco y sobre cómo funcionan las personas en esta parte del mundo. Aquí lo normal es no ser normal.
• Quim Sabria y su startup EdPuzzle que ha dado la vuelta al mundo, revolucionando la forma tradicional en que los profesores dan sus clases, con un sistema de vídeos adaptado a las nuevas metodologías de enseñanza.
• Y Pilar Manchón, ejemplo de lucha y trabajo para sacar adelante su startup de inteligencia artificial creada en Sevilla. De su experiencia llama la atención que partía de una formación académica que nada tenía que ver con las nuevas tecnologías, cosa poco común en un mundo en el que priman las ramas técnicas en general y la ingeniería informática en particular.

Vuelvo considerando este viaje como una experiencia muy enriquecedora, desde los puntos de vista tanto profesional como personal. He compartido muy buenos momentos con los compañeros y la vuelta a la realidad ha sido realmente dura. Me despido ya lanzando una última reflexión:

¿Durante cuánto tiempo seguirá siendo Silicon Valley la referencia? ¿Es el modelo de las startups una burbuja, una moda que acabará pasando? Lo que sí está claro es que este tipo de compañías son el paradigma del emprendimiento y el hecho de desarrollar una idea y convertirla en realidad, salga adelante o no, supone una experiencia valiosísima para el desarrollo personal en todos sus aspectos.

Rubén de la Iglesia

No hay comentarios / 17 Abr 2017 por riglesia
eMBAmad / San Francisco, Sillicon Valley, startup

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