¿Sabemos cómo distinguir a un líder?

Uno de los aspectos señalados por muchos de la actual crisis que vivimos, no se sabe realmente si como causa o consecuencia de la misma, es la falta de referentes desde el punto de vista social, intelectual, económico e incluso empresarial. Y qué decir de los políticos. Las últimas encuestas del CIS (cocina incluida) reflejan a la clase política (o si se prefiere la últimamente de moda denominación como casta)  como uno de los principales problemas de la sociedad, y desde luego nada que ver con la solución para la que se supone que los ciudadanos les contratamos cada cuatro años.

Hace unos días asistí a una conferencia de un experto en recursos humanos sobre los procesos de selección y evaluación utilizados en las empresas a partir del modelo DISC. Se trataba además de la presentación del libro “Políticos Españoles, liderazgo y personalidad” de Victor M. Pérez Velasco editado por Última Línea. Aunque había asistido a la conferencia un tanto obligado por razones que no vienen al caso, cuando conocí el planteamiento me pareció apasionante. ¿Qué ocurriría si aplicáramos a los líderes políticos españoles los criterios de selección habituales en el mundo de la empresa?

El libro plantea por un lado los criterios objetivos de selección de vacantes directivas en una empresa con una breve explicación de la metodología utilizada por los departamentos de los recursos humanos y headhunters en el reclutamiento del personal directivo. Siguiendo esta metodología el autor traza de un punto de vista teórico el perfil ideal de un líder político en función de los objetivos y tareas a desempeñar.

Pero para mí el punto más interesante es el análisis que de cada uno de los máximos líderes políticos de nuestro país en los últimos cuarenta años, es decir: Franco, el rey Juan Carlos, Adolfo Suarez, Felipe González, José María Aznar, Zapatero y Rajoy enfrentándolos a cada uno de ellos al perfil del líder político trazado. El autor incluso se atreve a hacer un ranking de mayor a menor en cuanto al cumplimiento con ese perfil teórico.

El resultado es un tanto sorprendente, o quizás no tanto. Pero lo que causa autentico pavor es que el destino de España ha tenido como referente máximo a personas a las que entre otras cosas se le recordará por soltar perlas como las siguientes: Vivo en el lio; Los parados no son parados, son personas que se han apuntado al paro; A mi me gusta que la mujer sea mujer, mujer; Estábamos al borde del abismo, pero hemos dado un paso hacia adelante…

El libro deja principalmente dos sensaciones , una positiva y otra negativa. La positiva es que cualquiera puede ser presidente del gobierno en España. La negativa es… precisamente la misma.


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