OIR, ESCUCHAR, ATENDER
Saber escuchar es todo un arte. Demuestra capacidad de empatía, profundidad intelectual, comprensión y la existencia de un espacio de comunicación. Escuchar es prestar atención a lo que se oye, atender y entender. Quien escucha pone en ejercicio el sentido del oído. Quien atiende aplica el intelecto para comprender lo que oye. La realidad cotidiana dice que se oye mucho, se escucha menos y se atiende poco.
Saber escuchar exige además poner la voluntad y la intención a disposición del mensaje que vamos a recibir, lo que da origen a la comunicación y, como ya nos ha demostrado el neuromanagement, la comunicación es la primera y más importante de las aptitudes mentales.
No siempre escuchamos de la misma manera. Cuando lo hacemos aplicamos una u otra técnica dependiendo del resultado que deseamos obtener.
Desde el coaching (recordemos que la primera virtud del coach es saber escuchar) se indican cuatro maneras fundamentales de oír, escuchar y atender. Estas técnicas de escucha son:
1. La escucha atenta representa ante todo prestar atención y concentrarse en aquello que se escucha. También requiere voluntad de seguir el razonamiento de lo que se está oyendo. El receptor no hace más que eso: escuchar, atender y comprender. En este tipo de escucha se descarta la interacción y sobre todo el juicio sobre aquello que se está transmitiendo.
Existen muchos tipos de escucha atenta: apreciativa, selectiva, analítica, sintetizada y otros más. Pero todos tienen una característica común, el valor de las palabras por encima de cualquier otra consideración.
2. La escucha activa que es aquella que representa un esfuerzo físico y mental para obtener con atención el mensaje en su conjunto, interpretando su concepto holístico a través no solo de la comunicación verbal, si no de los tonos de voz, el lenguaje corporal, practicando la retroalimentación (preguntar, interaccionar, interrupciones) e incluso recurriendo a una revisión de aquello que se cree que se ha comprendido.
3. La atención flotante hace referencia a la técnica de la escucha superficial. La intensidad de la atención se repercute en los cambios de percepción de lo que se oye y permite captar elementos no evidentes, que de otra manera pasarían desapercibidos. Es la escucha en vigilancia respecto al emisor.
Nace en el concepto de la mayor o menor intensidad en la capacidad de concentración (pues este tipo de escucha exige experiencia y cuidado), y también en la visión subjetiva de quien habla respecto a la importancia, los miedos, las relaciones y circunstancias de aquello que desea.
4. Los focos de atención son también importantes a la hora de escuchar. Cuando la persona que emite crea un foco de atención, es decir, se comunica creando o usando una concentración de sentidos y sentimientos en una frase o en un contenido, representa que para ella es mucho más importante que el resto de conceptos que ha comunicado. Se utiliza la expresión focalizar la atención cuando se quiere resaltar algo por encima de todo lo dicho.
¿Cómo escuchamos? Pero antes debemos también preguntarnos, ¿Cómo comunicamos?