REGENERACIÓN
Regeneración. Se ha puesto de moda hablar de regeneración o al menos hacer referencia a este concepto. Cien veces he oído la palabra regeneración esta semana, y casi cien veces ha sido empleada fuera de contexto o sin sentido.
En el complejo mundo que envuelve a la empresa o a los profesionales no tiene mucho sentido hablar de regeneración genética, biológica, cnidaria, mecánica, natural, de crecimiento, o de regeneración, histórica, ética o social. Merece más la pena buscarle otro significado.
Pongamos dos:
- Regeneración como proceso de mejora a través del cual se consigue que un sistema, una organización o una actividad sea más efectiva e importante, especialmente después de un periodo de deterioro. Dos ejemplos claros ilustran este concepto: regeneración de la economía y regeneración de la democracia. La regeneración como proceso de mejora tiene algunas exigencias:
- Tiempo, porque no es rápida. Necesita evolución y consolidación.
- Valores nuevos. Nada se asienta con éxito de futuro sobre valores viejos que hoy ya no son admitidos y no valen.
- Objetivos, modelos y técnicas diferentes. Aunque los abuelos sigan pensando que todo tiempo pasado fue mejor se equivocan, como generación tras generación se equivocó al pensar así. Todo tiempo futuro será mejor. No se puede vivir sin esta esperanza.
- Productos nuevos, clientes nuevos. En definitiva cambio radical de modelo.
Así se podrá pensar cómo ya a finales del siglo XIX la economía norteamericana tuvo que regenerarse. Cambio el tabaco, el algodón o el café que eran sus grandes clásicos en el mercado mundial por el arroz, el cacao o los sombreros de paja que conquistarían el sur de su continente.
En nuestro país y en el viejo continente una parte importante de la regeneración esta hoy marcada por la economía social, por los productos de rápida reposición, por la denominada fase 4 (innovación, tecnología, diseño y tiempo) o la obsesión de la comunicación, la desaparición de las distancias y el nacimiento de los espacios de referencia.
- Regeneración como utilización de materiales o conceptos usados y que desde una nueva perspectiva adquieren un valor actual y con frecuencia un gran valor.
Este modelo de regeneración requiere:
- Capacidad de uso del concepto de “lo residual” a través de la regeneración ex novo. Un claro ejemplo lo tenemos en los destinos turísticos maduros que a través de este sistema de regeneración se convierten en destinos turísticos inteligentes y de éxito.
- Regeneración tangram, es decir, la astucia, la percepción desde ángulos diferentes. Las cosas no son generalmente lo que aparentan, tienen un enorme potencial escondido y si no sabemos gestionar ese potencial lo perderán.
- La autonomía, en este caso para evolucionar y obtener resultados sobresalientes en sectores diversos. Típico caso lo encontramos en el vehículo eléctrico, en las máquinas de fotografía o en esa famosa frase tantas veces dicha y tantas veces usada de “corta y pega”.
- El valor de lo intangible y de la imaginación. Ambos combinados son capaces de manejar la nube y abrir un abanico de impensables proporciones.
De la mano de la reutilización se dan paradojas maravillosas, desde el abandono de la vida cotidiana hasta el uso obsesivo del móvil, o desde el rejuvenecimiento de los tejidos envejecidos hasta las fantasías de un mundo virtual que día a día es más real y cercano.
No obstante, nada condiciona. Decimos que un político anula las medidas propuestas para la regeneración demográfica con la misma tranquilidad que admitimos que un miembro avanza en la regeneración de la estructura común de los phylam animales. Eso sí, no citemos la regeneración natural como algo natural porque eso supuso el mayor crimen jamás acometido en la historia de la humanidad.