Ideas… ¿Qué ideas?
“Hay tres cosas que mueven el mundo: el dinero, la pasión y las ideas”, dijo Frida Kahlo. Pero un análisis somero nos conduce a la siguiente situación peregrina: dinero hay poco, la pasión es difícil de encontrar y, sin embargo, hay miles y miles de ideas. Lo curioso es que casi todo ese arsenal de ideas no sirve para nada porque, o son malas ideas, o las ideas son irrealizables o simplemente estúpidas.
“Las ideas por sí solas no sirven para nada. Solo tienen valor si valen como piezas del gran puzzle que cada persona se monta para conquistar su vida” (Carlos Bravo). Lo difícil es generar ideas eficaces que se puedan aplicar. Las ideas que no se ejecutan quedan en el extensísimo limbo de lo perecedero y lo abstracto: ¡Qué gran idea tengo! Ahora toca escribirla, concretarla y ejecutarla. Entonces la expresión de júbilo cambia: ¡Vaya, qué idea tan mala tuve! Tenía razón Mark Twain cuando exclamaba que “Un hombre con una idea nueva es un loco hasta que la idea triunfa”.
Tener ideas requiere un ejercicio previo, pensar. Quien no para su ritmo y piensa, no puede tener ideas. Con frecuencia cuando preguntamos a una persona si piensa consciente y ordenadamente nos responde ‘sí, señor, yo pienso en la ducha y naturalmente pienso siempre que voy conduciendo’. Pensar es un ejercicio muy serio, probablemente el más serio de nuestra vida cotidiana. Requiere concentración, sentido y voluntad, y estas condiciones no son precisamente las que se dan en la ducha o delante del volante.
“No entiendo por qué a la gente le asustan las ideas nuevas,
a mí me asustan las ideas viejas”. John Cage
Los periodistas preguntan frecuentemente a los empresarios triunfadores cuál es el secreto de su éxito. Casi al unísono responden: pensar.
La idea es una imagen que nace y aparece en la mente. La capacidad humana de contemplar esta imagen se identifica con el razonamiento y en última instancia con la inteligencia, si se demuestra (cosa que en la realidad no es verdad) que las personas más inteligentes tienen más y mejores ideas. Curiosamente el dramaturgo Noel Clarasó expresaba que “las grandes ideas son aquellas de las que lo único que nos sorprende es que no se nos hayan ocurrido antes”.
En clave mucho más sociológica, Heisenberg decía que “las ideas no son responsables de lo que los hombres hacen con ellas”. Por su parte y de manera muy acertada John Cage decía repetidas veces: “No entiendo por qué a la gente le asustan las ideas nuevas, a mí me asustan las ideas viejas”.
Parece evidente que una vida sin ideas es una vida vacía e igualmente evidente es el malestar y el inconveniente de vivir rodeado de malas ideas. Por ello merece la pena ser consciente del efecto terapéutico y positivo de pensar, tener las ideas claras y vivir de acuerdo a ellas.