Economía de la Neurona II/IV. Retener: La guerra por el talento
Las empresas luchan y luchan por fichar al mejor talento. Es la guerra por el mejor: al final lo han conseguido y ahora les toca la difícil tarea de retenerlo.
Retener el talento es posiblemente la función más difícil del departamento de RR.HH. que con frecuencia comete el error de pensar que, una vez contratado, ha terminado su responsabilidad directa sobre el cerebro recién incorporado y que ahora es ‘cosa de su jefe’. Si piensan así se equivocan. Retener se convierte en una palabra ‘mágica’.
Pero retener no es una palabra, es una actitud. Un conjunto complejo de elementos tangibles e intangibles que permiten crear un vínculo entre la organización y sus personas. Un vínculo duradero y recíprocamente provechoso.
En la organización todos deben tener ‘talento’. Todos han de hacer su trabajo profesionalmente y acorde con la estrategia. En una organización cada quien se rige por un comportamiento y un compromiso diferente. Siempre existe una ‘élite’ (dicho metafóricamente), un ‘conjunto selecto’ de personas con poca capacidad, escaso potencial, menor entusiasmo y ningún compromiso. Este grupo debe o deberá tender a cero en nuestras plantillas. En otro caso abonaremos nuestra ruina.
Un segundo grupo de colaboradores lo componen aquellos empleados que aún, no teniendo altas cualificaciones e incluso un potencial reducido, tienen un compromiso cierto y estable. Son los nuestros. Los que se esfuerzan por su trabajo. Sudan la camiseta. El conjunto que gracias al cual, probablemente sobrevivimos.
En tercer lugar la tipología de aquellos que tienen enorme potencial, gran talento, enorme preparación y capacidades muy desarrolladas, pero carecen de compromiso con la empresa. Grupo peligrosísimo, porque si no cumplen sus expectativas terminarán desmotivándose y convirtiéndose en pasotas, o ficharán a corto plazo por otra organización o se enquistarán como cánceres vulnerables. Con ellos (y a veces a pesar de ellos) hay que trabajar y custodiar su talento.
Por último están las estrellas de la organización. Deben ser pocas pero reconocidas. Si son muchas terminarán haciéndose la vida imposible entre ellas. Son estrellas aquellos colaboradores que han demostrado cada día que su talento esté alineado con las necesidades de la empresa y actúan impulsando la organización. Son el ‘verdadero talento’ y son garantes del futuro. A ellos todo el mimo, todo el respeto, que tiene que ser compensado con igual moneda.
Cuando la dirección de la empresa ha analizado su plantilla (normalmente dividida en estos cuatro escenarios) y grita ¡vamos a retener el talento!, sabe que ha de crear los mecanismos suficientes para cerrar fronteras y evitar la fuga.
Aun con todo, y así nos lo advirtió Ortega, todos tienen que ser flexibles porque la realidad y sus circunstancias cambian y la rápida adaptación tiene que ser una exigencia en la empresa del siglo XXI. Esta flexibilidad incluye, en primer lugar, la necesidad de adaptarse a los talentos que estas circunstancias exijan. Nuevos talentos porque “talentos viejos para situaciones nuevas no sirven” (Yosehp Atkinson). Además “reconstruir glorias del pasado no sirve si podemos encontrar conocimientos adaptados a la sangre joven”, como dice larebuscada frase de G. Hamel en The Future of Management.