Directivo transformador I/II. Saltando obstáculos
La transformación de la empresa es un ajuste que busca su mejor adaptación al mercado y precisa de la involucración de toda la organización favoreciendo así la consecución de la estrategia y los objetivos del negocio (Juan Luque). Transformación es, en definitiva, el resultado de nuevas formas de pensar, de hacer, de comportarse y de transmitir lo que requiere de un aprendizaje que no será ni rápido, ni sencillo y que encontrará múltiples obstáculos en su desarrollo.
Los directivos que quieren transformar las organizaciones deben ser conscientes que luchan contra energías muy poderosas y genéticamente ancladas en las formas tradicionales de hacer o no hacer las cosas.
El primer Goliat con el que se encuentran es la resistencia al cambio innato en todo proceso evolutivo. Nos remitiremos a la “Ley de la Resistencia” sobre que la se ha escrito y estudiado mucho y es, por todos, de sobra conocida.
Tropezará contra un segundo gigante cuando se de cuenta de que la estructura orgánica de la empresa, es decir, la propia organización, no está preparada para soportar otras formas y otros esquemas. En este caso la “Ley de la Permanencia” impondrá su criterio. El director cambiará las formas organizativas antes de provocar la transformación con la flexibilidad suficiente que le permita pasar de lo inicialmente previsto a lo realmente alcanzado.
Un tercer muro estará en la formación de las personas. Todo cambio representa nuevas funciones y los colaboradores han de estar preparados técnica y psicológicamente para asimilarlo. El valor del conocimiento es importante pero en este caso es más importante el valor de la actitud. Si no sé quiere (o se puede) asumir nuevas responsabilidades no hay nada que hacer.
El cuarto escollo (que casi siempre es el primero) es prever y contar con los recursos necesarios. Toda transformación precisa inversiones, sean de la naturaleza que sean. Si no hemos contado con ello, habremos caído en una trampa imposible de salir. Los recursos siempre son escasos y por muy previsores que seamos, al final nos costará más. Necesitaremos más recursos.
El último obstáculo para saltar será el tiempo. Un tic tac inexorable que nos inquieta de tal manera que no permite paz, ni tranquilidad alguna. Las cosas hay que hacerlas en el momento justo y si no lo entendemos así abrimos un abismo mortal. En la manera de gestionar los tiempos puede estar un riesgo agudo y por su misma naturaleza, un riesgo constante.
Hemos superado ya los cinco obstáculos gigantes en la transformación. Ahora nos toca salir al mercado y establecer una nueva batalla. Si el cambio ha supuesto una verdadera transformación, lucharemos la batalla en un campo nuevo, con armas y productos nuevos, con enemigos diferentes y con premios y resultados también diferentes. Pero lo más importante es que tendremos otros espectadores, otros clientes y otros proveedores, todo será nuevo.
A la mezcla de todos los conceptos que hemos descrito y a la solución que damos a nuestros dilemas lo llamamos “estrategia de transformación”.