Millonarios
No creo que sean millonarios solamente aquellas personas que poseen más de un millón de alguna unidad monetaria fuerte (históricamente el dólar). Millonarios son las personas e instituciones que tienen capacidad de elegir, que disponen de recursos suficientes para optar entre diversas opciones. Quienes no son millonarios se desenvuelven en la escasez, son habas contadas, sí o sí, con poquísima o nula capacidad de reacción. Ésta es una de las grandes diferencias entre los millonarios y los que no lo son, su capacidad y decisión de cambiar sin preocuparse de lo que ello conlleva, en tiempo, esfuerzos, recursos y posibilidades.
Sin embargo los estudios de Thomas J. Stanley y William D. Danco nos demostraron (El millonario de al lado) que los gustos, hábitos y vida familiar no distan enormemente entre los que tienen una cuenta bancaria millonaria y los que no la tienen y mostraron su receta para llegar a ser millonario o al menos pensar en clave millonaria. Algunos de estos consejos serían, no vivir por encima de tus posibilidades, controlar el gasto, educar en la economía del ahorro y la independencia, buscar permanentemente nuevas oportunidades, pensar en positivo, frenar el afán de consumo, prever o ser tu propio dueño.
“Los ricos se centran en soluciones y los pobres en obstáculos” dice Harv Eker. A veces la realidad pone a la gente en su sitio. Una cosa es ser millonario y otra sentirse millonario. Del romanticismo hemos aprendido que nos sentimos millonarios sin serlo y cuando regresamos a nuestro verdadero mundo nos cunde la depresión o el pesimismo. Sin embargo una teoría extendida desde la cultura USA nos hace ver que consideran ejecutivos de alto potencial a aquellos que han tenido ya uno o más fracasos y han sido capaces de sobreponerse. Curiosa actitud la de poner en valor el error y no el acierto. “El único límite a nuestros logros de mañana está en nuestras dudas de hoy», como dijo Franklin D. Roosevelt.
Como todo es subjetivo, y en cierta medida cínico, me parece oportuno recordar la frase de Gaddafi cuando, preguntado por la situación económico-política se su país respondió “Suiza es un país pobre, mientras que Libia es más desarrollado”. También la de Amancio Ortega: “si he ganado tanto dinero ha sido porque mi objetivo no ha sido nunca ganar dinero” y para colmo Silvio Berlusconi se reía del mundo, al proclamar: “La oposición dice que me vaya a mi casa ¿A cuál? Tengo veinte”.
Millonarios: ¿Para qué? Millonarios para crear riqueza, hacer evolucionar a la sociedad, crecer y ser consciente de su papel en la sociedad global, y es curioso como en el momento de la historia en que se ha alcanzado un determinado nivel de bienestar por el mayor número de personas siguen existiendo esas tremendas bolas de pobreza y la cifra de personas en penuria son alarmantes. Quienes quieran arreglar el mundo y distribuir la riqueza de manera más equitativa, y una vez superado Romanones, puede recordar a John Kennedy: “Si una sociedad libre no puede ayudar a sus muchos pobres, tampoco podrá salvar a sus pocos ricos”.
En cada momento y en cada lugar el millonario estará presente para generar alguna actividad que define la historia del aquí y ahora. Pero quien hará historia será el millonario que lo sea en conceptos, iniciativas y miradas hacia el futuro.