Unas horas con Barenboim
Conociendo que la Staatskapelle Orchestra de Berlin venía a Barcelona para dar un concierto bajo la batuta del maestro Daniel Barenboim, nos pareció una buena idea aprovechar la ocasión y proponerles su intervención para conmemorar el 60 aniversario de EOI. Así fue y el día 4 de julio en el Teatro de la Zarzuela de Madrid tuvo lugar este concierto.
Por esta circunstancia he tenido la oportunidad de pasar unas horas con Barenboim ya fuera en la rueda de prensa, en los ensayos, en las entrevista o a solas los dos charlando tranquilamente.
Frente a su fama de hombre adusto y divo, he de confesar que me resultó afable, cariñoso, con todas las ganas de agradar y a disposición inmediata de cuantas cosas le propuse. Además es una persona educadísima, moderada, extraordinariamente culta. Asombroso su dominio de cinco o seis idiomas y más asombroso su equilibrio personal en su forma de andar, sus ademanes, sus gestos, sus miradas y su sonrisa: pura armonía.
De las muchas cosas que comentamos me quedaría con tres pensamientos suyos que desde hoy hago míos:
- “Lo único que une lo racional con lo emocional, y lo físico con lo espiritual es la música”. Tiene razón, porque tengas la edad que tengas al escuchar la música que te gusta se produce un efecto mágico e irrepetible. Benedicto XVI, ya en su retiro, expone que “la música es capaz de abrir las puertas del cielo”.
- La segunda lección que aprendí se refiere al enorme respeto que hay que tener con el público, sus clientes, Barenboim comentó que los compositores y los músicos se pueden equivocar, los intérpretes se pueden equivocar y los críticos se pueden equivocar también, pero el público no se equivoca nunca. Puede ocurrir que tarde un poco de tiempo en comprender pero al final el público siempre tiene razón.
- El tercer aspecto que quiero destacar se refiere a su idea del conocimiento. Partiendo de Spinoza y concluyendo en Mahler comentó que para él el conocimiento tiene tres fases. En primer lugar, acceder a sus fuentes y a la información sobre ese conocimiento y si bien en otro tiempo era difícil y a veces imposible, hoy es fácil y está al alcance de todos. En la segunda fase corresponde aprender, es decir adquirir intelectualmente ese conocimiento, pero aun no es suficiente por eso en la tercera fase hay que ser capaz de comprenderlo emocionalmente, interiorizar su mensaje, la esencia, el espíritu del conocimiento. Es decir adueñarse de su alma. Sólo a partir de este momento es cuando se adquiere “el verdadero conocimiento”.
Mis horas con Barenboim estuvieron, además, cargadas de muchos comentarios de su vida y de la mía. Una experiencia inolvidable.