Dónde voy con mi negocio I. Incubadora

La economía cooperativa, la tecnología, las dificultades de liquidez y las necesidades de la inversión han obligado a emprendedores y pequeños empresarios a crear fórmulas que les permitan arrancar sus negocios, desarrollarles y hacerles crecer, fuera de los modelos tradicionales de oficinas, comunicaciones, capitalización y recursos humanos que habían definido las formas tradicionales de iniciar negocios en el siglo XX.

Dónde voy con mi negocio I. Incubadora

Sensibles a estas demandas, grandes corporaciones, fundaciones, universidades y otras instituciones van creando fórmulas para facilitar a los emprendedores sus iniciativas. En las últimas décadas florecen como setas diversos modelos que pronto se completan con desigual éxito.

En realidad podemos agrupar estos modelos en las “siguientes figuras”: Incubadora de empresas, viveros de empresa, aceleradores y centros de excelencia. Luego pasaríamos a los consolidados Business Center que son ya punto y aparte, son un mundo empresarial sólido distinto del motivo que comentamos.

Los primeros pasos para llevar adelante la idea o el sueño del emprendedor son los más difíciles. Con la finalidad de ayudarles en esos momentos nacen las incubadoras de empresas que se caracterizan por recibir “proyectos tempranos”. Los acogen, les proporcionan las necesidades físicas y de espacios operativos y les someten a un proceso de asesoramiento o ayuda técnica (que no económica). Pasado un plazo, quizá un año o dos, deben salir de la incubadora y buscarse la vida.

En las incubadoras se concretan tres procesos: la preincubación que va desde la selección de proyectos y personas, con sus correspondientes análisis, hasta una idea o visualización de viabilidad. La incubación propiamente dicha de duración indeterminada pero nunca superior a los tres años (periodo este excesivamente largo) en el que realmente se centra todo el proceso y la postincubación, que representa la ayuda cuando salen de los espacios, ya sea para ubicar a la empresa o al negocio en otro lugar, ya sea para seguir formando y asesorando a los emprendedores.

Las incubadoras no son más que eso, una urna para hacer crecer la idea, para que los embriones se desarrollen. Por eso los porcentajes de fracaso son muy elevados. En la preincubación está la clave para que luego puedan salir adelante los proyectos.

Cada cual con lo suyo, y la incubadora con lo de todos no es, a veces, suficiente y resulta necesario apuntalar técnica, formativa o emocionalmente a quien ve que su sueño se desvanece.

Después, cuando salgo de la incubadora tendré muchas opciones, pero la más importante es la de empezar a hacer las cosas por mi mismo.


Suscribirse a comentarios Respuestas cerradas, se permiten trackback. |

Comentarios cerrados.


Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies