Habitualmente

Siempre se ha dicho que la pereza se vence con la voluntad de acción y con la acción misma (diligencia), pero también es verdad que en muchas ocasiones la vorágine de todos los días no nos permite vencer la pereza de ciertas cosas que, poco a poco, se hacen fuertes en el desánimo y producen un efecto contagioso de desgana cada vez que se piensa en ellas. Son las cosas que se van quedando atrás y a las que no nos enfrentamos.

Cuando se trata de definir la pereza surgen otras palabras que, si no la describen en toda su extensión, son sinónimos perfectos: negligencia, tedio, astenia e incluso depresión o tristeza. En realidad la pereza es una falta de motivación para la ejecución de alguna actividad concreta o genérica. Es decir: «No quiero hacer tal o cual cosa».

Pereza

Foto: Merelize (fuente: freerangestock.com)

Frente a nuestro espejo negativo de la pereza, se podría contraponer el de “hagamos algo cada día, aunque no sea ni muy importante, ni de gran dedicación”. Los antónimos clásicos de pereza son laboriosidad, acción, diligencia, presteza, e incluso gestión, rapidez, prontitud y trámite. En cualquier caso la mejor condición para luchar contra ella es hacer una pequeña cosa cada día. Un viejo refrán reza: “Una pequeña piedra cada día será una gran catedral al final del año”.

En los “Siete hábitos de las personas altamente efectivas” (blog Círculo Tec de la Universidad de Monterrey) nos encontramos con uno de ellos: “Haz un pequeño esfuerzo hoy y alcanzarás todas tus metas mañana”. Pasan de los buenos propósitos a crear una nueva práctica. Abandonan la pereza y entran en el reconfortante mundo de ocupar el tiempo en hacer cosas. Una práctica de mejora que conduce a una enorme satisfacción personal y profesional. El chef japonés Jiro Ono, con tres estrellas Michelin y mundialmente conocido por su exquisito sushi, decía: “A pesar de que tengo 86 años, aún sigo mejorándome a mí mismo cada día”.

El esfuerzo tiene que significar realmente eso: Esfuerzo. José Ortega y Gasset dirá que “el esfuerzo es realmente esfuerzo cuando empieza a doler”. Napoleon Hill enseñaba que “el único camino del crecimiento viene a través el esfuerzo y la lucha continua”. Denis Waitley, como siempre pragmático, recordaba que “los resultados que consigas estarán en proporción directa al esfuerzo que aplicas”.

Desde las máximas responsabilidades de las empresas se ha de impulsar este sentido de esfuerzo suplementario. La japonesa Hitachi lo denominaba “planificación motivadora” y consistía en ejecutar diariamente un pequeño esfuerzo suplementario, pero fuertemente dirigido y estructurado hacia una meta concreta. Desde el punto de vista comercial o marketiniano lo denominamos “Habitualmente”. Consiguieron unos resultados extraordinarios que, curiosamente, se explican a través de un pensamiento de Sivananda:

“Pon tu corazón, tu mente, tu intelecto y tu alma incluso en los actos más pequeños. Éste será el secreto de nuestro éxito”.


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