Gestionando al jefe (9/10). El cajón de las cosas urgentes
Muchos directivos piensan que el tiempo lo arregla todo. No dejan de tener razón en muchos casos. Lo que hoy es urgente a veces se soluciona por sí mismo o a veces deja de ser tan importante al día siguiente. Pero no hay que confundir el darle tiempo al tiempo con el pasotismo o la pasividad y mucho menos con la incompetencia, porque sabemos que a veces las cosas no se hacen porque quien debe responsabilizarse de ello no sabe cómo llevarlo a cabo.
Los directivos tiene una enorme ventaja que se centra en su capacidad de poder delegar. Delegar los diversos asuntos, urgentes o no, en los colaboradores capacitados para cada cuestión es una aptitud y una actitud necesaria si se quiere ejercer un liderazgo responsable. El jefe ni puede ni debe hacerlo todo y mucho menos convertirse en un cuello de botella que ralentice la organización. Debe conocer todas las cuestiones, indicar el mejor resultado deseado para cada una de ellas, delegar adecuadamente y ser informado al final.
La visión estratégica es esencial; solo esa visión establece la manera en que debe ser tratado cada asunto. Sin embargo, existen también los ejecutivos bomberos. Aquellos jefes que se pasan todo su tiempo solucionando problemas urgentes, aunque no sean importantes.
Los directivos que no hacen sino apagar fuegos, pierden la visión estratégica y pierden la gran oportunidad de hacer más viable y seguro el futuro. En un mundo tan competitivo como el actual, un directivo bombero de primera línea no tiene sentido. No se puede caer en el error tan frecuente de: “Lo urgente no deja tiempo para lo importante”.
Lo urgente está asociado al tiempo y generalmente a un plazo muy inmediato. Quiere decirse que llegado el momento y no ejecutado, se perderá la oportunidad o se producirán consecuencias o responsabilidades negativas de mayor o menor intensidad, pero todas ellas referidas a elementos concretos y manejables. Sin embargo, lo importante se asocia a la transcendencia de sus consecuencias y a la repercusión directa o indirecta sobre la estrategia empresarial. Es decir, las cuestiones importantes están cargadas de fundamentos, mientras que las urgentes están cargadas de prisa.
Curiosamente, algunos directivos experimentados deciden no acometer la ejecución de lo urgente, pues piensan que decisiones tomadas con prisa son decisiones equivocadas y guardan el asunto en un cajón imaginario que responde al pensamiento “ya veremos cómo evoluciona esto con el tiempo”.
Los colaboradores deben conocer cómo reacciona el jefe ante lo urgente importante y ante lo urgente no importante. La comunicación es fundamental y por ello la confianza también juega un papel básico. Redireccionar al jefe hacia la toma de decisiones rápidas y adecuadas es imprescindible en las relaciones entre el jefe y su equipo.
Sin embargo, las circunstancias cambian a tal velocidad que es verdad que dar tiempo al tiempo a veces es más que conveniente. La globalización ha modificado el tradicional modelo de la toma de decisiones por un modelo flexible en el que el tiempo es con frecuencia protagonista.
Don Quijote advertía acertadamente:
“Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades”.