Managers egoístas
¿Hasta qué punto es ético utilizar el puesto que una persona tiene en la organización en su propio beneficio y usarlo como un trampolín para saltar a otro puesto de mayor categoría o a otra empresa y, evidentemente, a otros niveles retributivos? ¿El directivo está gestionando adecuadamente la empresa o está simplemente gestionando su egoísmo?
Rafael Díaz Cruz (con un gran sentido del humor) decía que había dos tipos de personas: las buenas personas y las malas personas. De las buenas van quedando pocas, parece que tienen una difícil cabida en la sociedad de la competitividad global. Por su parte, las malas personas se dividen en dos grupos: los malos listos (que son pocos) y los malos tontos (que cada vez son más).
Pues bien, sólo hay que tratar con los malos listos. Los listos malos son aquellos que consiguen que otros hagan sus tareas, que otros cuiden de ellos y que otros carguen con sus culpas. Son sin duda egoístas, personas que miran por y para ellos y curiosamente suelen salir triunfadoras. Ser, como diría Willis Ray, los únicos conquistadores del futuro.
Los líderes egoístas cuidan extraordinariamente de su imagen, procuran ser amables y simpáticos. Verdaderos encantadores de serpientes. Estos malos listos terminan embaucando a sus colaboradores y robándoles la voluntad.
La verdadera cuestión se plantea a la hora de identificar los objetivos. Un liderazgo ejemplar es aquel en el que los objetivos de la organización y los objetivos del líder son los mismos, o al menos altamente coincidentes y compatibles. Pero cuando un malo listo se convierte en líder y aflora su egoísmo, evidentemente los intereses no coinciden. El arte de ser egoísta (Josef Kirschner) está tan condicionado por las presiones y circunstancias mediáticas que a veces supera la voluntad del egoísta. Sin embargo, su paciencia es infinita y esperará el momento para aparecer de nuevo y aflorar su autorrealización.
A nivel teórico, una empresa con objetivos diferentes de aquellos que a nivel profesional tengan sus directivos no funcionará. La empresa irá por un camino y sus directivos egoístas por otro. Rafael Nieto Seoane, desde la Universidad de Santiago de Compostela, propone una especie de modelo para superar el egoísmo que podríamos resumir en:
- Si eres generoso, la gente será más generosa contigo.
- Si ayudas a los demás te ayudas a ti mismo.
- Cambia el ‘no puedo’ por el ‘sí puedo’, ya que el ‘no puedo’ no existe.
- No se te olvide que todo lo que quieras tener exige un esfuerzo.
- Para hacer cosas sólo necesitas alimentar tu voluntad.
- Ejercita la capacidad necesaria para cambiar tus costumbres y tus rutinas.
- Cambia el chip y deja de masticar la hoja de eucalipto.