Ilusiones sí o ilusiones no (1/2). Desde fuera
Algunas veces las ilusiones juegan una mala pasada. Nos imaginamos. Creemos. Poco a poco vamos convirtiendo en verdad lo fantástico, lo que inventamos o lo deseado. Recordamos los principios del romanticismo y acto seguido la “depresión” de Espronceda, o el “fatalismo” de Chaplin.
En el otro lado de la moneda, Clint Eastwood nos recuerda que “si no hacemos realidad nuestras ilusiones no avanzaremos y seremos siempre niños de cuatro años”. Entonces, qué hacer: ¿ilusiones si o ilusiones no?
El sueño imposible de “El hombre de La Mancha” no tiene más que consecuencias negativas y quiméricos esfuerzos sin resultados. La “ilusión realista” de Miguel Delibes aporta, al menos, el valor de buscarla y el orgullo del “yo” cuando se hace realidad.
En los procesos de transformación y mejora de las personas se penetra con frecuencia en el mundo de las ilusiones. No se trata de juzgar pero sí de reflexionar para tomar conciencia de la “verdad o falsedad” de las ilusiones e incluso abandonarlas antes de que perjudiquen o dañen la personalidad o la acción.
Por ello es importante reflexionar y reconocer si nuestras ilusiones son realmente nuestras o están adquiridas ya sea genética o socialmente manifestadas. Es posible que nuestras ilusiones sean solo una respuesta emocional a una relación o a una influencia. En este caso conviene relegar la ilusión, pues de conseguir la satisfacción, poco o provocarán frustración.
Estar seguro de lo que se quiere es el comienzo del éxito. La voluntad y el esfuerzo nos van a marcar la meta. Ciertas personalidades al conseguir lo que quieren muestran gran desilusión. Son los insatisfechos, son muy exigentes, los perfeccionistas por naturaleza, los inconformistas, los desconfiados del futuro y los rebeldes.
No se trata de ser conformistas pero tampoco de ser excesivamente visionarios.
Detrás de un muro siempre se abren nuevas posibilidades. A lo mejor el paisaje real no coincide exactamente con la idea que teníamos de él. Ya sabemos que «el mapa no es el territorio» (Alfred Korzybski).
«El invierno es un periodo propicio para soñar y crear ilusiones. La primavera, para conseguirlas» (Eric Hoffer). Así, en pleno invierno parece oportuno recordar algo que se considere magnífico y así debes incluirlo en tu agenda como yo ya lo hice en 50 historias de coaching.