Ladrones de tiempo

La gestión del tiempo siempre ha sido una cuestión difícil y, como consecuencia, la agenda se ha convertido en un documento tan complejo que su gestión precisa de técnicas concretas y efectivas. Las complicaciones añadidas que produce la gran ciudad provocan retrasos que se van acumulando a lo largo del día y que, además de prolongar la jornada laboral, hacen quedar mal cuando se llega tarde a una cita o no se puede cumplir lo que cada quien hubiera programado.

Poco a poco, o mucho a mucho, la gestión del tiempo afecta no sólo al ámbito profesional. También repercute en los aspectos personales, familiares y sociales. Es decir, estamos sometidos a la dictadura del reloj y el círculo del tiempo. Muy lejos de las maneras de vivir de hace unas décadas. Si en solo 100 años, en la historia de la humanidad, el hombre ha pasado de ir en burro a pisar la luna, imaginémonos cómo el tiempo nos afecta para todo. Parece como si estuviéramos en una carrera permanente desde que suena el despertador por la mañana hasta que decidimos apagar la televisión por la noche. Y al día siguiente otra carrera igual

Pero lo más peligroso está por venir. Realmente lo que acorta y a veces anula la disponibilidad de nuestra agenda (sea de la naturaleza que sea) son los ladrones de nuestro tiempo.

Ladrones de tiempo

Imagen: Geralt (Pixabay)

 

Aquellos elementos completamente ajenos a nosotros que se meten en nuestro horario y nos condicionan de manera permanente. Pongamos algunos ejemplos: los atascos de la circulación, la circulación lentísima que hace calcular los traslados con tiempos exagerados, las llamadas telefónicas o los envíos de mensajes de WhatsApp. Contestar e-mails, esperar en colas infinitas o distancias demasiado largas para recorrer. Cada quien tiene sus ladrones de tiempo y todos tenemos que manejarlos como podemos. Sería bueno que ahora nos paráramos y con lápiz y papel y escribiéramos nuestros ladrones del tiempo.

No es suficiente: igual que cada pecado tiene su penitencia (así reza un refrán), cada ladrón del tiempo tiene su tratamiento. Primero identificarlos. Luego tratarlos y por fin eliminarlos. Lo cierto es que hay algunos ladrones de tiempo que no pueden eliminarse nunca. Por ejemplo, cuando tu jefe te manda que hagas urgente, muy urgentemente una determinada labor y sabes en tu interior que no va a servir de nada, terminas desesperándote. No hay nada más triste que a la pregunta «¿qué has hecho hoy?», responder :“Nada, pero muy deprisa”. En ese momento nos acordamos de Gustavo Adolfo Bécquer y sus oscuras golondrinas.

Volver a retomar la agenda es necesario. Sentirnos dueños de nuestro tiempo es fundamental aunque sigamos ocupados todo el día. Cuando le preguntaron a Woody Allen: «¿Tú haces todo lo que tu mujer te manda?», respondió: “Qué va hombre. No tengo tiempo a lo largo del día para hacer todas las cosas que me manda”.

Groucho Marx dijo: “Estuve tan ocupado escribiendo la crítica que nunca tuve tiempo de leer el libro”.

“Cuando todo el mundo está muy ocupado, yo aprovecho para irme de vacaciones”. Esto lo hemos aprendido de Johnny Depp.


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