La motivación para ser docente.

El ver a u n niño/a disfrutar, cuando logra aprender algo, es una satisfacción muy especial que se siente, más no puede expresarse. Tengo la seguridad de que la función que Dios, nuestro creador y Señor, me ha encomendado en lo efímero de mi vida, es la tarea de Educar. He asumido este compromiso porque es muy valioso para mí ver a un joven, que ayer fue niño/a y que pasó por mis manos, y que hoy es un hombre de éxito.

Me trae mucha satisfacción y alegría el enseñar a otros y compartir conocimientos con los demás. La motivación es la clave para que un profesional sienta pasión por su trabajo y que dé todo lo que está a su alcance y un poquito más para realizar esa labor con entrega y sacrificio.

En mi tiempo de estudiante de Educación básica y de Educación media me dedicaba siempre a explicar a  mis compañeros algunos temas de matemáticas que no habían entendido, y lo hacía con mucho placer y emoción. Antes de asistir a la universidad algunos maestros/as me dieron la oportunidad de sustituirlos por algunos días en sus asignaturas en una escuela de mi comunidad y también en el bachillerato. Estas fueron experiencias muy gratas para mí y fueron parte de la motivación y devoción hacia la Educación.

Ya asistiendo a la universidad confirmé mi vocación. Profesores en función me buscaban para que les ayudara en algunos temas que tenían dificultad, ya que algunos ocupaban áreas que no eran de su especialidad. Me sentía muy bien, siendo útil a la sociedad. Desde niño me ha gustado servir a los demás.

Recuerdo que al poco tiempo de terminar la universidad comencé a laborar de manera voluntaria en un colegio de la iglesia a la cual asistía. Durante estuve allí las palabras de agradecimiento de los padres hacia mi persona, por la motivación que veían en sus hijos/as después de estar estudiando en el colegio, eran muchas, hasta tal punto que me traían alumnos/as que habían repetido el grado en curso en otros centros para que les diera un verano y la satisfacción era tan grande en los padres que al año siguiente lo inscribían en el colegio.

El favor de Dios, experiencias vividas y todas estas situaciones y momentos emotivos y especiales fueron los que me ofrecieron la oportunidad hoy de ser profesor.

José Guillermo.

 

 

 

 

 

 

 

 


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