La organización de los espacios educativo
La nueva propuesta educativa ha dado lugar a nuevas formas de distribución de los espacios educativos como por ejemplo, la flexibilidad de estos en correspondencia tanto a las peculiaridades del contexto como a las necesidades, intereses y posibilidades específicas de cada grupo de alumnos.
Este esbozo que constituye un cambio en la práctica educativa es un desafío para los docentes, quienes debemos reflexionar sobre la forma de ordenar los espacios educativos, ya no en función de un modelo único, sino de uno que se ajuste a las demandas de las niñas y de los niños.
Al respecto, y en primer lugar, la primera reflexión que podríamos plantearnos como educadores, es la importancia del espacio, como condición que favorece las relaciones entre los niños y el ambiente. Barker, en 1968 señalaba que:
“El ambiente o contexto en el que se produce el comportamiento posee sus propias estructuras (límites físicos, atributos funcionales, recursos disponibles, etc.) que facilitan, limitan y ordenan la conducta de los sujetos”. (Zabalza, 1996:120).
En segundo lugar, debemos considerar al ambiente como contexto de aprendizajes y de significados.
Estas dos dimensiones (la importancia del espacio, como condición que favorece las relaciones entre los niños y el ambiente, como contexto de aprendizajes y de significados) me llevan a formular dos precisiones:
- Todo lo que el niño hace o aprende tiene lugar en un espacio que, por sus características positivas o negativas, repercute en su aprendizaje con distintos niveles de posibilidades y limitaciones para su desarrollo.
- Como contexto de significados la organización del aula, relacionada con la distribución del equipamiento, tiene gran influencia en la acción educativa. Esto nos exige la toma de conciencia de que la organización de los ambientes influye en el logro de determinados aprendizajes. De esta manera el ambiente educativo, bien puede constituir un verdadero laboratorio que ofrece muchas y variadas experiencias (científicas, de comunicación, etc.) o, contrariamente, puede convertirse en un lugar de actividades rutinarias que no motivan la participación activa de las niñas de los niños.
Siempre será importante convertir el ambiente que alberga a niñas y niños en un recurso didáctico en el que se aproveche al máximo los recursos de los que disponemos, con la finalidad de incrementar la motivación de las niñas y niños por aprender, explorar, investigar y descubrir, ampliando el repertorio de experiencias que siempre hemos considerado con nuevas oportunidades, enriqueciendo la dotación de recursos y materiales pedagógicos con elementos que favorezcan la integración de los aspectos cognitivos, motores, sociales, emocionales, comunicativos e interactivos.
En este sentido debemos tomar en cuenta cierta cantidad de criterios al momento de realizar la distribución de los espacios tales como:
- Que el espacio sea un lugar acogedor para que propicie el desarrollo de las capacidades físicas, intelectuales, sociales y emocionales de los estudiantes.
- Pueden ser espacios cerrados o abiertos, ambos con un potencial que es necesario descubrir y aprovechar al máximo para el aprendizaje significativo del estudiante.
- Es preciso tener en cuenta lo relativo a la iluminación, ventilación y seguridad para que el alumnado se sienta acogido y agradable para ser lograr un aprendizaje autónomo
Para concluir cabe destacar que una buena organización y distribución va a depender mucho de la creatividad del maestro y de los propósitos que tenga con las zonas o espacios fijos que él quiera tener en el aula para propiciar aprendizajes relevantes en sus estudiantes.