Lecciones de la naturaleza III: la decisión del águila
Hoy os traigo una fábula clásica muy inspiradora, que durante muchos años se ha dado por real.
Pero hoy en día aunque no se ha demostrado, el sentido común nos dice que es más mito que realidad.
Sea como sea es indiscutible que el águila, con su majestuosidad, encarna en casi todas las culturas la victoria, la grandeza o el poder.
La fábula es más o menos como sigue:
Las águilas son las aves con mayor longevidad de su familia de especies. Llega a vivir 70 años, pero para llegar a esa edad, a los 40, debe tomar una seria y difícil decisión.
A los 40 años, sus uñas están demasiado largas y flexibles y no consigue tomar a sus presas de las cuales se alimenta. Su pico largo y puntiagudo, se curva, apuntando a su pecho. Sus alas están envejecidas y pesadas por el grosor de sus plumas. Volar se hace una tarea difícil.
Entonces, el águila tiene solamente dos alternativas: dejarse morir o enfrentar un doloroso proceso de renovación que durará unos ciento cincuenta días.
Ese proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña y quedarse ahí, en un nido improvisado cercano a un paredón, en donde no tenga la necesidad de volar. Después de encontrar ese lugar, el águila comienza a golpear su pico en la pared hasta conseguir arrancarlo.
Luego debe esperar el crecimiento de uno nuevo con el que desprenderá una a una sus uñas. Y cuando las nuevas uñas empiecen a nacer, comenzará a arrancarse las plumas viejas.
Pero después de esos cinco meses, sale triunfante en un vuelo de renovación, a vivir 30 años más.
Situaciones parecidas nos suceden a lo largo de la vida. Hay momentos en los que parece que ya hemos dado todo lo que teníamos. Pareciera como si hubiéramos agotado nuestra creatividad y que ya no tenemos mucho que aportar a nuestra vida, a nuestro trabajo o a nosotros mismos.
Nuestra vida se torna gris y envejecida. ¡Estamos en un punto de inflexión! O nos transformamos como las águilas o estamos condenados a morir antes de lo que quisiéramos.
Si sabemos lo que hay que hacer para aprovechar la oportunidad, ya podemos considerarnos afortunados. Sólo hay que hacerlo.
La transformación exige, primero, hacer un alto en el camino, tenemos que resguardarnos por algún tiempo. Volar hacia un lugar lejano y comenzar un proceso de renovación.
Solo así podremos desprendernos de ese pico demasiado grande y deformado, esas viejas uñas que no nos sirven ya para nuestro trabajo, y esas plumas incómodas para mantener la altura y dirección, y realizar en unos días, ese vuelo de renacimiento y de victoria.
Y ¿cuáles son ese pico, plumas y uñas de las que tenemos que desprendernos? Cada uno puede identificarlas fácilmente en sus vidas: son aquellas actitudes, vicios y costumbres que nos impiden el cambio, que nos atan al pasado, a la mediocridad o a la falta de ánimo para empezar a hacerlo mejor.
En otros casos puede tratarse de resentimientos, complejos, tradiciones y recuerdos que nos nublan la vista y la capacidad de ser objetivos no solo con lo que nos rodea, si no incluso con nosotros mismos.
Porque solamente libres del peso del pasado podremos aprovechar el valioso resultado que siempre nos trae la renovación de uno mismo.
La decisión del águila, aún siendo un cuento, es un maravilloso ejemplo de las decisiones que debemos tomar en nuestras vidas. Nos quejamos. Nos lamentamos. Nos rebozamos en tristeza y desesperación. ¿Pero qué haces para escucharte? ¿Y para escuchar lo que quieres? ¿Qué haces para ser feliz?
Los cambios nunca han resultado fáciles para nadie pero si los has pensado lentamente la decisión merecerá la pena. Los viejos dicen que las mejores decisiones se toman cuando se piensa lento y se actúa rápido.
El águila debe tomar una difícil decisión en su vida. Tú, en su lugar, plantéate qué decisión tomarías. Si decides tomar la misma decisión entonces… tómala. No dudes. Sólo debes confiar en ti mismo.
«No entiendo el paso por este mundo sin por lo menos intentar los cambios” – José Saramago-