La RSE y la movilidad

La movilidad comienza a ser incorporada como parte de las estrategias de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) de las empresas. Aún cuando las empresas comiencen a asumir un rol importante dentro del tema, el éxito de poderse mover fácilmente se basa en la suma de esfuerzos de los diferentes actores que están implicados dentro de esta temática. 

Los actores dentro de la movilidad van desde entidades gubernamentales diversas hasta la propia ciudadanía. El éxito de una movilidad eficiente está garantizado sólo en parte por las autoridades competentes, ya que hay un área donde el ciudadano y sus decisiones hacen que las estrategias diseñadas sean realmente efectivas, razón por la cual la comunicación entre quienes planifican y quienes se mueven tiene que ser fluente. En este juego no se trata sólo de tener las posibilidades de movilizarse, se trata también que los esfuerzos realizados puedan mantenerse financieramente y convertirse en soluciones sostenibles en el tiempo por su impacto social.

La comunicación efectiva permitirá que los diferentes actores implicados tengan la posibilidad de participar, comprometerse y generar sinergias. Las propuestas de movilidad desde las empresas tendrán impacto en la medida que se conozcan las necesidades y posibilidades de los empleados. Así, si se conoce la disposición y la conveniencia  de moverse en metro, las políticas de RSE deberán orientarse hacia ello mediante bonos de transporte, no obstante, el metro no siempre está presente y dependiendo de las distancias y respectivos tiempos podría no convenir. Igualmente sucede con el resto de los medios de transporte, responden precisamente a necesidades diferentes y a circunstancias concretas. La reducción del uso del vehículo no sólo depende de incentivar que se comparta, sino de brindar alternativas e incentivarlas paralelamente. Para una ciudad como Madrid, una empresa puede favorecer las tres principales formas de movilidad mediante incentivos específicos a cada forma (por ejemplo, bono por vehículo compartido, premio por mayor uso de la bicicleta y bono de transporte público) teniendo asimismo incentivos para los cambios de un tipo de movilidad a otra (si alguien deja el vehículo para venir en metro, puede dársele un bono de transporte especial o cualquier incentivo relevante para generar cambio). Charlas y jornadas para el debate de movilidad en las empresas son necesarias, ya que dichos cambios dependerán de que la gente decida cambiar por sí misma. Los empleados podrían dejar el vehículo y preferir el uso del metro si conociesen los impactos de moverse en cada uno de dichos medios, sea en tiempo, dinero o calidad de vida. Por otra parte, la promoción de reuniones a través de teleconferencias, trabajar desde la casa (si el cargo lo permite), o un día libre cada dos semanas si se trabaja una hora adicional cada día son políticas que la empresa puede adoptar para impactar positivamente por sí mismas sobre la movilidad general. De un lado de la balanza está la empresa y sus políticas, del otro lado están los empleados decidiendo por sí mismos, la suma de ambos es lo que generará una movilidad más repartida en su sentido modal y sostenible.

Es bien sabido que una movilidad adecuada supone altos beneficios para las personas, sea porque pueden disponer de más tiempo para el resto de sus responsabilidades o deseos, porque disminuyen el estrés o porque hacen desaparecer cada vez más las barreras de la distancia. El hecho que las empresas hagan su respectivo aporte por la movilidad general puede favorecer sus propios climas internos, menos estrés y mayores posibilidades para sus empleados de organizar su tiempo es calidad de vida, disminución de ansiedades y mejores resultados en consecuencia.

En síntesis, la movilidad vista desde la RSE es un tema complejo, ya que necesita de decisiones responsables por parte de sus empleados más allá de lo interesada que puedan estar las empresas. Las necesidades de los empleados son distintas, y una política efectiva y responsable por parte de las empresas pasa por levantar las necesidades de los empleados, tener políticas internas, interesarse por el tema, crear el interés individual de sus empleados mediante jornadas específicas y generar soluciones acorde a los problemas de movilidad que se presentan para cada empresa. El impacto sobre la calidad de vida de los empleados, teniendo en cuenta la movilidad, puede ser grande, no sólo se trata de medios de transporte, se trata de toda una estructura interna, ya que toca desde políticas internas hasta comportamientos particulares, existe una oportunidad de mejora para todos, sea en productividad o en calidad de vida.

Fuentes:

Pimentel et al. (2009). Guía de Movilidad Sostenible para la empresa responsable. Fundación Movilidad (Madrid).

 


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