Derivados financieros
Un derivado financiero es un producto financiero cuyo valor se basa en el precio de otro activo, y de ahí nace su nombre.
El activo del que depende dicho derivado toma el nombre de activo subyacente, por ejemplo, el valor de un futuro sobre el petróleo se basa en el precio del petróleo. Se puede decir que cualquier tipo de activo puede llegar a transformarse en subyacente de un derivado.
Las principales características que debemos conocer de los derivados financieros son:
- Su valor cambia en referencia a los cambios de precio del activo subyacente.
- Requiere una inversión inicial neta muy pequeña o nula, respecto a otro tipo de contratos que tienen una respuesta similar ante cambios en las condiciones del mercado.
- Se liquidará en una fecha futura.
- Pueden cotizarse en mercados organizados (como las bolsas) o en mercados no organizados
Los productos financieros que tengan instrumentos financieros derivados pueden incorporar un riesgo superior debido a las características de esos productos. Por este motivo, tanto las pérdidas como las ganancias de estos productos (en muchos fondos de inversión se utilizan) pueden multiplicarse debido al efecto de apalancamiento que es común en los derivados.
Sin embargo, algunos fondos que utilizan a los derivados principalmente para cubrir sus riesgos de su cartera. Son los conocidos por derivados de cobertura.
Los contratos de instrumentos financieros derivados más utilizados son:
- swap: contrato de permuta o intercambio
- forwards: contratos a futuro
- opciones : pueden ser de tipo americana (ejecutables durante la vida del contrato) o de tipo europea (ejecutables al finalizar el contrato)
En nuestro país los derivados están regulados principalmente por dos órganos rectores como son el MEEF Renta Variable en Madrid y MEEF Renta Fija en Barcelona. Aunque parezca que su función es poco importante, sí lo es, ya que no sólo regulan sino que además gestionan las compras y ventas que se realizan a diario mediante una cámara de compensación propia que ejecuta las liquidaciones entre todas las operaciones.
Normalmente son activos muy interesantes ya que permiten que juguemos con el valor futuro de los activos subyacentes sin hacer un gran desembolso, aunque también su carácter especulativo es muy grande debido a que no sólo podemos hacer un uso normal de compra y venta de las acciones, sino que también podemos comerciar los con derechos para comprar o vender los activos, es decir, con un mismo capital inicial jugando con la segunda opción de los derechos podemos conseguir muchos más beneficios.
Ahora quisiera explicar muy brevemente dos de los tipos de derivados que existen, los futuros o forwards y las opciones.
Futuros: No hay que pagar nada en el momento de su contratación, pero si hay que predisponer una garantía ante el pago. La principal cualidad de este tipo, es que contraemos una obligación de pago sobre los derivados adquiridos, el riesgo es grande, pero también los beneficios posibles también.
Opciones: Al contratar una opción has de pagar una pequeña prima y en ocasiones suscribir también una garantía. Lo bueno de las opciones es que realmente estamos fijando un compromiso de beneficios y pérdidas. Por esto si perdemos siempre el límite será el valor de la prima previa y los beneficios de carácter ilimitados.
Cabe matizar que los derivados financieros también pueden actuar como seguro ante una bajada inesperada del valor subyacente al que esté referido. De hecho hay dos tipos de derivados financieros que toman el nombre de “seguro” por la capacidad extrema de ofrecer dicha cualidad (los tipos de seguros son el de cambio y de cambio múltiple).
En definitiva podemos decir que los derivados financieros son un tipo de activos, los cuales fundamentan su valor en el futuro de otro, siendo su riesgo muy alto o más moderado dependiendo de si elegimos la contratación de futuros o de opciones de acciones.