DESERTEC

La fuente de energía más abundante que puede encontrarse sobre la tierra es la energía solar que se recibe en los desiertos de las zonas ecuatoriales. El concepto DESERTEC se ha concebido para poner los desiertos junto con la tecnología existente, al servicio de la seguridad energética, el agua y el clima del planeta. Propone una cooperación entre Europa, Oriente Medio y África del Norte (la región ‘EUMENA’ o ‘EU-MENA’ en ingles) para la producción de electricidad y agua desalinizada mediante centrales termosolares y sistemas de concentración, junto a parques eólicos, en los desiertos de la región MENA. Estas plantas pueden cubrir la demanda creciente de electricidad y de energía para la desalinización de agua en la región MENA y, además, producir energía limpia que podría ser transportada mediante Corriente Continua de Alto Voltaje (siglas HVDC en inglés) hasta Europa con una pérdida de transmisión de solamente el 10-15%.

Encabezado por empresas alemanas como E.ON, Siemens o el Deutsche Bank, Desertec es un ambicioso plan para que de aquí a 2050, proporcione 500 gigavatios de potencia solar térmica, de los que 340 serán para consumo local, 60 para desalinización y 1.000 exportables a Europa, con un volumen de 700 teravatios por hora al año. Entre los participantes figuran también compañías españolas, como Red Eléctrica y Abengoa Solar.

Datos recolectados por satélite y algunos estudios del Centro Aeroespacial Alemán (DLR) confirman la existencia de abundante energía solar.  Los estudios del DLR basados en datos de satélite mostraron, que centrales termosolares, utilizando menos del 0,3% de la superficie de los desiertos de la región MENA, podrían producir suficiente electricidad y agua desalinizada, tanto para los países de dicha región como para Europa. De esta forma lograrían bajar las emisiones de CO2 derivadas de su intensivo consumo de electricidad, se abandonaría la energía nuclear y todo esto con fundadas expectativas de reducción de los costes de energía a largo plazo.

 

La tecnología necesaria para realizar este proyecto está disponible y ha estado en uso durante varias décadas. Si en las próximas décadas se incrementa la construcción de centrales termosolares, según cálculos del DLR, los costos de producción podrían bajar hasta 4-5 c€/kWh. Como los precios de las materias primas necesarias para las centrales termosolares aumentan más lentamente que los precios de los combustibles fósiles, estas plantas podrían resultar competitivas antes de lo previsto. No obstante, en estos momentos, la limitada capacidad de producción de bienes de componentes y la alta demanda imposibilitan una bajada de precios.

Así pues, lo único que se necesita es la voluntad política, un adecuado marco de incentivos y fondos de garantía adecuados para las inversiones.

Inversores públicos podrían cubrir la financiación de las líneas de transmisión y los centros de transformación, aunque también los bancos y otros inversores privados estarían dispuestos a aportar la financiación necesaria si se dan las circunstancias adecuadas. Para hacer atractiva la apuesta del sector privado en estos ambiciosos planes es necesaria una ayuda inicial por parte de los gobiernos. Según los datos del DLR, con un apoyo de menos de 10 billones de Euros en total, podría lanzarse este programa que haría posible antes de 2020 que esta forma de generación eléctrica compitiera con la generación de electricidad a partir de combustibles fósiles sin más subvenciones. Teniendo en cuenta la actual evolución de los mercados de petróleo y gas natural se podría alcanzar dicha competitividad incluso más temprano.

Cuando los países del sur de Europa comiencen a importar energía de la región MENA se producirá un efecto en los otros países de Europa, que ya no estarán forzados a producir tanta energía para esos países. Esto provocaría una menor presión para la construcción de nuevas plantas convencionales y permitiría un mayor margen para ampliar la introducción de las energías renovables.

La decisión sobre el destino de la energía generada en los países MENA dependerá de cada propio país. Por ejemplo, la demanda propia de Marruecos es tan grande que ha establecido un principio un sistema de créditos para la energía solar y eólica. Túnez y Argelia, en cambio, manifiestan un mayor interés por la exportación.

 

 

Existen muchos críticos con DESERTEC alegando que los países implicados son inestables, que pueden ser fácilmente víctimas de sabotajes y que la dependencia de sus recursos puede ser un arma contra Europa. Desde mi punto de vista no creo que así sea pues una interrupción en las exportaciones de electricidad perjudica al propio país por la pérdida de ingresos de las exportaciones de electricidad, la confianza de futuros inversores y el empleo. Además, Europa es ya en parte dependiente de las importaciones de energía desde áreas políticamente inestables, como se reflejó en la disputa del gas entre Rusia y Ucrania en el invierno de 2008/2009.

DESERTEC supone para los países implicados una oportunidad para el desarrollo a todos los niveles: infraestructural, tecnológico, económico y social. Más aún teniendo en cuenta el contexto sociopolítico después de la primavera árabe, que ha puesto de manifiesto la voluntad de cambio social en estos países, para lo cual los millones de euros que se invertirán la zona proporcionarán una herramienta para comenzar con dicho cambio.

Supone también para Europa la posibilidad de reducir las emisiones  y reducir la dependencia energética de combustibles fósiles.

Para el sector de las empresas renovables (recordemos que existen varias españolas implicadas además) supone una oportunidad única, y para la tecnología termosolar supondrá el despegue definitivo.

 


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