LA INESTABILIDAD DE LA LEY DEL SECTOR ELÉCTRICO

El Sistema Eléctrico Español ha sufrido numerosas reformas en los últimos tiempos y se caracteriza por una gran inestabilidad. ¿Cómo ha ido evolucionando y qué nuevos retos se plantean entorno a las energías renovables?

Entorno al 2006, existía una necesidad de fuentes de energía alternativas a las convencionales debido a:

–  El crecimiento continuo de la demanda.

–  La excesiva dependencia de combustibles fósiles procedentes de regiones con gran inestabilidad geopolítica.

–  La creciente preocupación por los efectos del cambio climático.

Mediante el RD 661/07, de 25 de mayo, se establece un régimen jurídico y económico específico para la generación de energía eléctrica en régimen especial. El gobierno asumió compromisos ambiciosos, y se establecieron mecanismos para incentivar la inversión privada, que garantizaban incentivos económicos durante toda la vida de la instalación y su integración en el mercado. Esto disparó la instalación de puntos de generación en régimen especial, llevando a:

–  En 2012 se contabilizan más de 60000 puntos de generación renovable.

–  Las fuentes renovables suponen el 32.8% del total de potencia generada en 2011.

–  Han sido el motor de la economía española (suponen el 1% del PIB en 2011).

–  La potencia total instalada a Diciembre de 2012 es de 108000 MW cuando la demanda máxima horaria es de 44000 MW.

La evolución de los costes de la energía es ascendente cada año, y el sistema de tarifas instaurado, que no incluye la totalidad de los costes, no recauda lo suficiente. El RDL 9/2013, de 12 de julio, reconoce que en el periodo 2004-2012 los costes regulados subieron un 197%, y las tarifas de acceso, la vía de pago de los consumidores de lo regulado, “sólo” un 122%. Esto explica que la deuda acumulada en 2012 asciende a 25000 millones de euros.

Teniendo en cuenta el déficit generado, el RDL 1/2012, de 27 de enero, suprime los incentivos para las nuevas instalaciones de régimen especial. La idea es congelar el aumento de la deuda previo a decidir qué nuevo rumbo regulatorio tomar.

Posteriormente,  se aprueba el RDL 9/2013, de 12 de julio, para dar estabilidad y reducir el problema del déficit de tarifa y evitar que en el futuro vuelvan a repetirse tales desequilibrios:

–  Sustituye la tarifa regulada basada en la producción, por una retribución basada en parámetros de una instalación tipo.

–  El objetivo es que con un complemento a la inversión se  garantice una rentabilidad razonable de la instalación, con carácter retroactivo.

–  Se establecen controles periódicos para evitar infra/supra retribuciones.

–  Establece que un consumidor que dispone de una instalación de generación de energía eléctrica  para consumo propio, debe estar conectada al sistema, y debe asumir un peaje de respaldo por la energía autoconsumida, un peaje de generación por la energía excedentaria, y un peaje de acceso por consumo neto.

Estas reformas encaminadas a dar estabilidad al sistema y reducir el déficit, presentan ciertas incertidumbres:

Por una parte, falta por definir y es discutible lo que significa el concepto de rentabilidad regulatoria razonable, más incluso cuando se pretende aplicar con carácter retroactivo y compensar por las cantidades percibidas en exceso desde el inicio de vida útil de la instalación.

Además, los costes estándar de una instalación tipo también son un concepto discutible.

Por otra parte, el RDL 9/2013 hace inviable el autoconsumo, sacrificando la eficiencia energética a medio y largo plazo. No es razonable responsabilizar al sujeto que genera energía para el autoconsumo con cargos adicionales no exigibles a otros consumidores.

Y, por último, que con estas medidas se consiga reducir el déficit es también cuestionable.

Cómo enfocar la reducción del déficit es un asunto nada fácil y prioritario, pero estas medidas sólo obstaculizan el crecimiento de las energías renovables, y cabe recordar que la lógica nos dice que su potenciación, junto con el de la eficiencia energética y la sostenibilidad, son el único camino hacia un progreso próspero a largo plazo, ya que reducen la dependencia energética de otros países; reducen la volatilidad de los precios por influencia de oscilaciones internacionales; reducen las emisiones de CO2, y suponen una importante palanca de crecimiento económico.

 

Fuentes: RD 661/07, de 25 de mayo; RDL 9/2013, de 12 de julio; RDL 1/2012, de 27 de enero.

 


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