Consideraciones sobre esta crisis

Cómo un grupo de legos puede hilar un discurso coherente sobre la actualidad económica.
Qué gran suerte vivir estos tiempos convulsos para la economía mundial. Nada podría hacer más interesante debatir sobre estas cuestiones más que la necesidad acuciante de entender algo de lo que pasa.

Interés que parte de la experiencia personal de haber vivido, por bajada de la demanda, dos expedientes de regulación de empleo en dos años, siempre bajo la convicción de que una posibilidad de reajuste interno de trabajo, sueldo, tareas, nuevos proyectos… (como después comprobé que habían hecho Alemania y otros) hubiera conservado el “saber hacer” o experiencia y capacidad productiva de estas empresas. La nueva y necesaria reforma laboral, por el mismo precio (la misma huelga, aún sólo presumible), hubiera podido crear el discutido (e indiscutible eliminador de la dualidad) contrato único, de coste de despido creciente, acompañado de unas bonificaciones (en cuotas de la seguridad social) más extensas en el tiempo y, quizás, también decrecientes (para compensar lo anterior). Bienvenidas son las ayudas a los emprendedores, y a la contratación de jóvenes y parados de larga duración.

En cuanto a la necesaria labor sindical, aunque demostradamente ineficaz, se ha visto reducida por cuanto desaparece la autorización administrativa de los ERE (penosa y eternizante), el principio de ultra-actividad ilimitada de los convenios colectivos caducados y la exclusividad en cuanto a formación (a la par que la patronal), de calidad manifiestamente mejorable. Por desgracia, la reforma actual (y futuras), conducirá a una pérdida de derechos adquiridos. SI no estamos de acuerdo podemos tomar un país emergente cualquiera, Brasil por ejemplo, y comparar cómo trabajan personas con formación equiparable a la nuestra y por cuánto salario.

Con todo, hay una opinión generalizada en cuanto a que, a corto plazo, el desempleo crecerá, ya sea por tendencia imparable o porque los parámetros de la reforma se conjugarían mejor con tiempos de bonanza económica. Y es que el empresario común, abaratado el despido, hará uso más convencido de este recorte por cantidades.

Qué otra cosa hacer si el crédito no llega y la Administración no paga. Hasta ahora. Una crítica común al anterior Gobierno se dirige a esos planes, digamos bienintencionados, de remodelación de aceras y pistas de deporte que, dirigidos a fomentar el pago de ayuntamientos a sus proveedores, hubieran evitado muchos cierres, despidos y demás dramas. Hoy (Comisión Nacional de Administración Local) ya se ha dispuesto que Hacienda ayude a las corporaciones municipales a desempolvar facturas, a cambio de ajustes, limpieza de empresas públicas e ineficacias varias, mediante una línea de créditos ICO (vamos, a devolver). Que no caigan más empresas, por favor.

El empleo debe ser el objetivo, y la fluencia de dinero, el medio. Pero los bancos lo retienen sin prestar a homólogos, ni a empresas, ni a particulares ni a estados emisores de deuda pública. El negocio bancario, de transformación de plazos entre créditos asumidos y concedidos, se resiente, al menos en occidente.

Como muestra, asistimos al depósito en el BCE, por parte de los bancos europeos, de muchos de los 500.000 millones que este organismo subastó el 21 de Diciembre pasado. Prefieren pagar por retenerlo que hacer unos negocios que entienden acompañados de excesivo riesgo.

La desconfianza mostrada la compra de deuda pública (dispara la prima de riesgo: el coste de la deuda soberana), la fluidez del mercado interbancario (desaparece inversión) y el crédito a particulares y empresas (la demanda cae, el desempleo sube).

Una opción comentada, y rechazada en España, fue la creación de un “banco malo” que contuviera los activos conflictivos (por no llamar tóxicos) provenientes del ladrillo (hipotecas incobrables a futuro).
En cambio, se han establecido diversas obligaciones de la banca para aprovisionar frente a estos activos (50.000 millones, de momento). Para ello se cambió el régimen jurídico de las cajas (concentradoras del problema hipotecario) para que pudieran desprenderse del 50% de las acciones de su banco matriz sin que dejaran de ser cajas, sino simples fundaciones que pasarían a control aún mayor de la administración regional correspondiente. El objetivo final es mostrar la capacidad de hacer frente a las pérdidas por impagos inmobiliarios y así poder acudir más fácilmente a préstamos de los mercados interbancario y mayorista: resolver un problema de liquidez despejando un problema de solvencia.

Hay además un trato discriminatorio hacia la banca española, en tanto los mercados castigan con más fiereza los riesgos observables del ladrillo que, en otros estados, los bancos ocultan con titulizaciones de activos de bajo valor añadido: CDS, seguros impago de CDS, coberturas a largo pero no con recursos propios, constituyendo un agravio comparativo hacia nuestro país.

Es Europa estamos en un proceso de “deleveraging” bancario, o aligeramiento de la presión sobre el nivel y riesgo de la deuda ante la exposición a deuda soberana, y más si se compran deudas respectivas, usando bonos de colateral en BCE para obtener liquidez. Al final, hemos visto cómo bancos saneados depositan de nuevo liquidez en BCE sin prestar a otros.

Otra ancla del navío económico es el elefantiásico sector público, con 2.600.000 funcionarios, que tiene su mayor exponente en las administraciones autonómicas (la mitad del total) y locales, dotadas todas de múltiples competencias, inasumibles dentro de una mínima eficiencia, debido en su mayor parte a la duplicidad de servicios entre administraciones. Comunidades, estado central, ayuntamientos, diputaciones, empresas, fundaciones… uso político de las empresas públicas, expolian el bolsillo del contribuyente a cambio de inexcusables servicios y otros que no lo son tanto.

Bien haría por las empresas nacionales la homogeneización de normativas entre comunidades autónomas, eliminando el excesivo gasto en adecuar un producto a 17 normativas distintas a la vez que la agilización de trámites, homologaciones y puesta en servicio. También simplificar la burocracia administrativa, ya que ocupamos el puesto 147 mundial en facilidad para montar una empresa. Lógico: de algo tiene que vivir la administración. Se han iniciado medidas en este sentido, no verificadas todavía.

Habría que dedicar recursos públicos a necesidades de los emprendedores. Y no es que no se ayude a la pequeña empresa; es que se hace mal: hay una excesiva proliferación de subvenciones, centros de innovación e incubadoras de empresas, además de ayudas dirigidas a sectores claramente ineficaces.
La reforma laboral ha introducido medidas de agilización contratación y despido y, por otra parte, tratamiento fiscal favorable de inversiones y devolución en plazo del IVA, asunto largamente reclamado por PYMEs y autónomos.

En otro orden de cosas, se podría hablar de la agilización de la Justicia con una reorganización sistemas informáticos dispares, la racionalización de periodos inactividad, todo ello para un aumento de confianza en la Justicia y una mejor protección del consumidor, el empleado, el empresario, la mujer y las clases desfavorecidas.

Pero en la actualidad destaca la discusión del déficit capaz de asumir una economía que se ha adentrado en la recesión. Las exigencias europeas de rebaja al 4,4% resultan desproporcionadas en la coyuntura actual. El gobierno, tras conocer la cifra definitiva del año pasado del 8,5 % ha decidido apostar por el 3%, pero para el 2013, anticipando una cifra de déficit para el año en curso del 5,8%. Esto podría conducir, aparte de a la furia de la Canciller alemana, obsesionada con el rigor fiscal, a una serie de penalizaciones al Estado Español por parte del Gobierno Comunitario. Pero quién sabe si el evitar mayores constricciones de la economía nacional, suavizando inminentes recortes, podría compensar venideras multas y retiradas de fondos europeos. Chavalotes: es lo que hay.

Porque no se puede pretender crecer simplemente recortando. Hacen falta estímulos simultáneos a los recortes para reactivar primeramente la demanda interna, sin cuya reactivación no habrá crecimiento ni, por ende, disminución del paro.

Mucho se ha dicho de la señora Merkel, pero en años posteriores a la reunificación alemana se han llevado a cabo reformas que han recortado sueldos, obligando a sus empleados a adaptarse trabajando más y mejor (ver caso BMW en otra asignatura) y cobrando menos. Esa ha sido su respuesta a un mundo globalizado con tendencia a igualar derechos laborales. Por abajo.

Además está la percepción que de España se tenga en el resto de, para empezar, Europa. La toma tardía de duras decisiones, por parte de anteriores gobiernos, bien poco ayudados por la política nacional, no ha ayudado, aunque ahora lleguen palmaditas en la espalda.

Se precisa de un esfuerzo de recuperación de la posición de nuestro país en las instituciones internacionales desde un reconocimiento del sacrificio de la población y que la aprobación internacional de las medidas se refleje en capacidad de influencia internacional. Es decir: la promoción de la “marca España”, por encima de apodos.

Ante brotes de revueltas callejeras, internamente hace falta una campaña de comunicación nacional que aclare qué se pierde y se gana con cada esfuerzo más, para aumentar confianza en el Gobierno, como ciudadanos y como consumidores aprovechando el interés creado por la economía en formar a la población.

Tras haber tratado todos estos asuntos durante el curso de la asignatura queda la duda de por qué, si unos en principio absolutos desconocedores de materias económicas han logrado predecir, con la ayuda del profesor, muchas de las medidas que se han venido tomando en los últimos tiempos, no han sido nuestros gobernantes (locales, nacionales, europeos, mundiales) capaces de anticiparse y afrontar esta convulsión mundial en mayor medida. El consuelo aparece si pensamos que, al final, también nuestros políticos se asesoran. Buena suerte.


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