El desempleo juvenil en España
El desempleo juvenil en España es un fenómeno persistente que se ha agravado durante la crisis actual. Los jóvenes con edades entre 16-24 años que desean trabajar se enfrentan a una tasa de desempleo del 51,4%! Unos valores inimaginables en 2008 donde la tasa de desempleo ya alcanzaba el 18%.
La juventud -divino tesoro-, se encuentra atrapada en un mundo convulsionado, en el que hay una profunda inestabilidad social y realidad precaria en lo que se refiere a las cuestiones centrales del trabajo y la vivienda, vía ineludible para sumarse a los nuevos movimientos sociales de base ciudadana que cuestionan esta realidad. Y no es para menos, pues se les está privando de algunos de los elementos que caracterizan a la juventud, pasión, ilusiones, fuerza, emoción, coraje e inexperiencia cuando en la juventud es cuando se viven momentos realmente inolvidables.
El desempleo juvenil constituye una de las principales disfunciones del mercado de trabajo en España, con implicaciones directas sobre la situación económica presente y futura de los jóvenes parados y su entorno, e indirectas sobre el conjunto de la economía.
Durante los últimos 20 años, la tasa de paro de los menores de 25 años en España ha multiplicado por 1,5 a de la UE15 y por 3,1 la de Alemania.
Las condiciones laborales de la población, en general, y de los jóvenes, en particular, dependen de la eficacia del sistema educativo. En un contexto de exceso de oferta de trabajo y de crecientes requerimientos formativos por parte de las empresas, la probabilidad de que un joven acceda a un empleo estable y adecuadamente remunerado depende, entre otros aspectos de la cantidad y de la calidad de la educación recibida.
Pero la relación entre el sistema educativo y el mercado laboral es bidireccional. Por ejemplo, cuando la probabilidad de acceder a un empleo cae, es decir, cuando los puestos a los de trabajo a los que puede optar un estudiante que se plantee ser activo no se ajustan a sus aspiraciones, el coste de oportunidad de continuar estudiando disminuye, lo que tiende a reducir el porcentaje de jóvenes que se incorporan al mercado laboral, acotando el aumento de la tasa de desempleo.
Por tanto, las causas del desempleo juvenil en España hay que buscarlas en deficiencias tanto del sistema educativo como del mercado de trabajo. Entre las primeras, destacan la magnitud del abandono escolar temprano y la polarización de la educación, mientras que entre las segundas sobresalen la segmentación del mercado laboral, y la ineficiencia de las politicas activas de empleo.
España destaca por su elevada tasa de abandono escolar temprano, entendida como el porcentaje de población entre 18 y 24 años que no han completado la educación secundaria superior (o segunda etapa) y no sigue formación alguna. El gráfico anterior muestra que el abandono escolar temprano es comparativamente elevado en relación con los restantes Estados miembros de la UE27, tan sólo Malta (38,0%) y Portugal (34,3%) presentan tasas superiores a la española (30,6% en el quinquenio 2005-2010.
En la actualidad, el recién llegado ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, ha reconocido que para España es de “máximo interés” evitar “una ‘generación perdida’ sin oportunidades profesionales. En este sentido, ha admitido que la tasa de paro juvenil es próxima al 50% en España, “más del doble” que la media europea.
España se ha comprometido a reducir la tasa de abandono escolar temprano al 15 por ciento en 2020 frente al objetivo aprobado en la UE del 10 por ciento, pero el ministro ha admitido que será un objetivo “extremadamente difícil” de cumplir, pues actualmente se sitúa en el 28,6 por ciento.
Sinceramente, espero que en el país en qué vivimos se tomen en realidad las medidas apropiadas para resolver este problema, ya que abandonar el sistema educativo antes de completar la enseñanza secundaria superior dificulta la transición al empleo de los jóvenes y conlleva repercusiones negativas y persistentes sobre su carrera laboral, tanto porque carecen de los conocimientos considerados básicos para acceder al mercado de trabajo, como por su menor propensión a participar en acciones formativas a lo largo de su vida laboral como muestra el gráfico siguiente:
Por otro lado, respecto a la existencia de dos polos diferenciados, podemos decir que aunque los jóvenes españoles continúan a la cabeza de Europa en cuando al peso de los menos educados (el 38,8% de la población española entre 20 y 24 años tan solo posee educación primaria o secundaria inferior, frente al 23,4% en la UE15), el progreso del nivel educativo en España se ha materializado, principalmente en la relevancia de la educación universitaria entre los jóvenes.
Por tanto, esta polarización del nivel educativo, se ha traducido en un desajuste entre la demanda de trabajo cualificado y la oferta, lo que ha provocado que los universitarios experimenten tasas de desempleo elevadas en comparación con sus homólogos europeos más elevadas, magnificándose el subempleo, es decir, el aumento de universitarios empleados en ocupaciones que requieren una titulación menor, a la vez que se expulsa del mercado a trabajadores no cualificados.
La educación de los jóvenes requiere realmente un Pacto de Estado entre todas las fuerzas políticas, ya que, en mi opinión, esto es incluso tan importante como la reforma de las pensiones, ya que está en juego el futuro de las próximas generaciones, las cuales “tendrán que contribuir” en la sostenibilidad de las generaciones actuales. Esto es realmente importante y no discusiones sobre si Educación para la Ciudadanía sí, o Educación para la Ciudadanía no. A mí lo que realmente me preocupa es que mi niño cuando sea un adolescente pueda tener opciones de trabajar a la vez de disfrutar su vida..
Fuentes: Eurostat; Servicio de estudios del BBVA; EPA 4T11 (INE)
Ángel