Presentaciones atrayentes
Nos hemos llevado una sorpresa. Nada más empezar el máster que estamos cursando se nos ha preparado para presentar un tema cualquiera en público, cosa a la que casi ninguno de los participantes estamos acostumbrados. Pero, ¿de qué nos sirve todo un máster si no somos capaces de mover a la acción con nuestras palabras? ¿No es nuestra función más importante en toda empresa, y muchas veces en la vida misma, la de convencer con argumentos para lograr un objetivo compartido?
Voy a confesar algo: mis padres son profesores. Toda la vida he visto cómo preparaban sus clases, de primaria o de universidad, como si fueran una actuación. Hay que conocer la materia al detalle, sí, pero ante todo tienes que atraer la atención de tu público. Mis padres se adaptan a los conocimientos de sus alumnos, preparan sorpresas entre sus explicaciones, alternan partes arduas con otras más entretenidas, ligeras o relacionadas con el mundo real de sus oyentes, les dejan descansar cuando no les va a entrar más. Vamos, hacen presentaciones lo más eficaces posibles, con la experiencia de toda una vida. Y con tiza, eso sí.
En cuanto a mí, me ha encantado confirmar en carne propia lo que puede llegar a dispersar y confundir unas transparencias mínimamente extensas. Lo bueno si breve, dos veces bueno, dice Gracián. Y tu palabra, con tu expresividad, es el vehículo para expresar las ideas que necesitas transmitir. Está bien tener preparada una chuleta, pero no mostrarla, como muchas veces parece pretender una presentación.
Pero también me encantó la tormenta de ideas con que con que dimos estructura a una presentación conjunta entre los integrantes del grupo. Es un placer recibir y aportar ideas para inmediatamente hacer algo con ellas.
Presentar es una actuación, nos han hecho ver en clase, y como todo actor, músico o pintor, hemos de guardar un respeto absoluto por la audiencia: qué les interesará oir, cómo lo entenderán mejor, cómo mantendré el interés o cómo evitaré que se aburran. Y es que mostrar las pasiones propias sin recrearse va a facilitar la comunicación. Quién lo diría, pero pareciera un acto de altruismo, que parte del sincero conocimiento de uno mismo, como se nos ha invitado a hacer en clase: como reza aquella clasica inscripción, conócete a ti mismo. Gracias.