Presentaciones eficaces
Ha resultado muy interesante la experiencia de las presentaciones públicas. Dos son los puntos sobre los que quiero reflexionar aquí, y que son las principales enseñanzas que extraigo de estas clases.
El primero trata del nerviosismo. En mi criterio, yo vi a todos nerviosos durante las presentaciones (lo que de entrada resulta llamativo, siendo un ejercicio entre compañeros sin ninguna trascendencia). Sin embargo, esto no tuvo gran impacto en las valoraciones posteriores. De esto concluyo para mi coleto que quizás yo le doy mayor importancia al nerviosismo de la que tiene; tengo que asumir que es algo que está ahí, igual que cualquier parte del cuerpo, y que igualmente hay que gestionar para tenerlos bajo control, pero de ningún modo pensar que son algo decisivo. Si la presentación es buena, y se conecta con el público, las consecuencias de los nervios quedan en un segundo plano. Lo comprobé el viernes 17 veces seguidas.
Otra cosa que me ha llamado la atención es que lo más importante no es la información o los datos contenidos en la presentación (como yo creía hasta ahora), sino que la propia persona tiene la misma importancia o más. Creo que en este caso se cumple lo que dice el profesor José Aguilar en su libro, “el medio es el mensaje”. Hay que tener en cuenta que la audiencia no sabe todo lo que el presentador sabe, por lo que no es necesario contarlo todo, sino aquello que haga del conjunto powerpoint+actuación+mensaje un todo sólido con el que el presentador transmita de manera convincente, no sólo su idea, sino sobre todo que es la persona adecuada para ese asunto. Es decir, no se me puede olvidar que son presentaciones de datos, y esencialmente, presentaciones de uno mismo.