Retomando y reorientando tu carrera profesional, ese salto.
Vives en España, acabas tu carrera y tú Master, deambulas un poco por el mercado laboral y tras ello apruebas unas oposiciones para pasar a formar parte de esa rara especie animal llamada «funcionarios». Seres mitológicos que provocan odios irracionales y a los que la leyenda popular atribuye poderes extraordinarios como sobrevivir a vacaciones inacabables, trabajar sin hacer nada e incluso mantener el mismo puesto de trabajo todo su vida.
Pero el caso es que la educación de uno obliga y, pese a mitos y leyendas, se intenta ser profesional, al igual que la gran mayoría, sigues formándote y buscas innovar dentro de las estructuras y procesos decimonónicos de nuestra querida Administración. Pero al final aparece un muro de cristal, ese que no permite evolucionar profesionalmente salvo que «conozcas a alguien», ese que diluye todo atisbo de innovación y mejora en una maraña de normas y decisiones políticas.
Y uno quiere crecer,profesionalmente hablando claro, y tampoco pide convertirse en un Gates, Jobs o Zuckerberg, simplemente te autoconvences (quizás equivocado, el futuro dirá) de que puedes hacer algo diferente e iniciar proyectos en los que trabajar todos los días sea algo «especial» (el trabajo perfecto quizá no exista, pero oye…de ilusiones se vive).
Y junto a esto llega la crisis, baja tu sueldo en repetidas ocasiones y cuando todo el mundo te mira con envidia por conservar tu trabajo vas y decides empezar a buscar un trabajo fuera de la función pública. Te planteas cuál es la pieza que le falta a tu currículo y mira tú, aquí andamos ahora, juntando los pocos ahorros que nos quedan para cursar el Master Executive en Dirección Empresas Tecnológicas e Industriales en la EOI y atándonos las correas para realizar un triple salto mortal con tirabuzón y medio que nos lleve a lugares y terrenos desconocidos.
Permitirme el paracaídas…que a veces los suelos están muy duros.