La Violencia en Honduras, un freno hacia el desarrollo
En la última década, según informes de la Organización de Estados Americano, Honduras figura dentro de los países de América Latina y el Caribe con el índice más alto de homicidios. Según la tasa de homicidios en Honduras, se registran 91.7 víctimas por cada 100,000 habitantes. Las dos ciudades más importantes de Honduras, Tegucigalpa y San Pedro Sula, acumulan el 48.3% de los homicidios registrados en el país.
A principios del 2014 Honduras fue declarado el país, sin conflicto bélico, más violento del mundo por los distintos observatorios de violencia y organismos internacionales en el mundo. Sumado a ello se registra que el 71% de la población hondureña vive en pobreza, el 53% en pobreza extrema de un total de 8.5 millones de habitantes. La tasa de desempleo en Honduras haciende a un 3.9% de la Población Económicamente Activa. Todo esto tomado de la base de datos del Banco central de Honduras.
Ahora bien, al tomar por referencia la información estadística desalentadora sobre la situación actual del país es imposible no plantearse una serie de interrogantes como ¿En qué momento se degenero el panorama político, social y económico de la nación? ¿Qué desato la ola de violencia que posiciono al país a la cabeza de los más violentos del mundo? ¿Qué ha hecho el gobierno, sociedad civil, empresa privada? ¿Qué consecuencias ha traído tanta negatividad a la nación?
Partamos sobre la base que desde un principio los países han buscado los medios posibles para llevarse a sí mismos a un desarrollo cada vez mayor, inspirados por la competencia, las ansias de poder y hegemonía, por estándares internamente establecidos, o por consecuencias derivadas de guerras que los llevaron a la conciencia que el poder beligerante no les beneficiaria ni les daría opción más que al propio enfoque interno en desarrollar y potenciar aquellas áreas que les inducirían al camino del desarrollo.
Este deseo de desarrollo se vio inspirado y trasferido por líderes nacionales, a lo largo de la historia de cada país, que se dedicaron a luchar por la libertad de sus territorios, a crear políticas públicas que fomentaran la oportunidad de crecimiento y desarrollo interno, a fortaleces los sistemas económicos, de educación, salud e infraestructura. Estas acciones no pregonaron en todos los países, más bien se identifican únicamente en los países que hoy por hoy son reconocidos por ser los desarrollados del mundo.
¿Qué paso en Honduras? Honduras desde un principio fue colonizada de manera que se reprimió a sus indígenas y se les obligo a trabajar y ser explotados para el beneficio de sus colonizadores, estos sometiéndose desde un principio a la opresión. Las instituciones tempranas que emergieron en Honduras fueron diseñadas para explotar a los indígenas y mantenerlos en un absoluto control. Ejemplo de ello es la coerción laboral, monopolios, barreras al comercio, un estado autoritario y débil. Estas instituciones crearon muy pocos incentivos económicos u oportunidades para la vasta mayoría de la población, diferente a las instituciones tempranas de Estado Unidos por ejemplo, que se caracterizaron por crear movilidad social, equidad y democracia.
Aunando a lo anterior, podemos continuar estableciendo comparativos para la enorme diferencia entre las instituciones económicas entre Honduras y los Estados Unidos. Por un lado EE.UU. tenía instituciones económicas inclusivas, derechos de propiedad seguros, ley y orden, mercados y apoyo del estado para los mercados, entrada libre y abierta para negocios nuevos, respeto de los contratos, acceso a la educación y oportunidades para la mayoría de los ciudadanos. Por el contrario, Honduras ha tenido instituciones económicas extractivas, mucho más ley y orden, derechos de propiedad inseguros, barreras de entrada y regulaciones que previene el funcionamiento de los mercados y crean un campo de juego desnivelado.
Por qué no comparar también las instituciones políticas. Por su parte, EE.UU. tuvo siempre instituciones políticas inclusivas que permitieron una participación amplia, pluralismo y con restricciones claras sobre los políticos, por ende un estado fuerte que pudo imponer efectivamente la ley y el orden. Honduras, por el contrario, tuvo instituciones políticas diferentes, extractivas, que concentraron el poder en manos de pocos y sin límite alguno, derivando en un estado débil y totalmente irrespetuoso de su institucionalidad.
Estos problemas institucionales, acarreados año con año han derivado en una serie de problemas de carácter social que han tenido repercusiones series en el orden nacional e internacional. El hecho que nuestras autoridades políticas han gobernado para una clase minoritaria favoreciéndole en la acumulación de riquezas, en oportunidades de educación y subsidios, entre otra lista de “privilegios” es decir leyes que favorecen únicamente a esa clase minoritaria han abierto una brecha abismal en términos de desigualdad en la sociedad hondureña.
La falta de oportunidades, la pobreza extrema, el hambre, la falta de educación contribuyeron a la desintegración del núcleo de la sociedad, las familias. Padres y madres emigrando de las áreas rurales a la ciudad o de las ciudades a países vecinos ilegalmente, dejando a los pequeños de la casa en manos de abuelos o en el peor de los casos a la deriva orillándoles a organizarse o adherirse en bandas, maras, narcotráfico o grupos que por un instituto de supervivencia o por recursos recurren a los medios de la violencia o actos ilícitos que terminan repercutiendo en las condiciones de vida de los ciudadanos, en la economía de la nación y en la imagen internacional.
Hoy Honduras enfrenta una de las mayores migraciones de personas hacia Estados Unidos, que emprenden un viaje mortal hasta llegar a lo que ellos creen será la solución a sus vidas. Más de 54 mil hondureños han sido deportados en los últimos dos años de Estados Unidos, regresando a la realidad de violencia y miseria de la que un día decidieron huir. Los motivos por los que un hondureño huye van desde pobreza, venganza, amenaza, maras, narcotráfico o simplemente por ser pariente de alguien que esté bajo amenaza, entre otras.
En el periodo de gobierno de 2006 a 2009, conocido por uno de los más corruptos de la historia y que abrió las puertas descaradamente al narcotráfico, es cuando inicia la ola de violencia más grande de la historia de Honduras. En este periodo el narcotráfico plago la sociedad y las cúpulas del gobierno y la policía nacional. Los diferentes bandos del narcotráfico financiaron los diferentes grupos de maras armándolos y empoderándolos para cometer actos de sicariato principalmente por ajuste de cuentas entre los conflictos internos del narcotráfico.
Hoy en día, Honduras tiene sectores enteros sitiados por las maras, empresas que en sus presupuestos contemplan el “impuesto de guerra”, cuota mensual que se debe pagar a las maras en determinados sectores para prevenir atentados o actos beligerantes contras sus instituciones o colaboradores. A esto se suma el sector transporte o medios de comunicación, que se han visto muy afectados por los ataques directos de las maras.
En este punto del análisis cabe detenerse y meditar en cuan preocupante es, no tanto las pocas acciones que el gobierno está realizando, si no la indiferencia de la población hondureña, la frialdad y la familiaridad con la que ha afrontado la situación de violencia actual. Día con día se observan noticias de actos violentos, de corrupción y no ha sido sino hasta finales del año pasado cuando parece que la población hondureña está despertando del letargo y la comodidad que le ha caracterizado por que alguien más resuelva y tome las riendas.
Honduras hoy tiene sus esperanzas en la nueva generación, en profesionales que se están desarrollando en un mundo en pro de la igualdad social, que busca la justicia y la abolición de la impunidad, orientada a las acciones y practicas responsables con el medioambiente, una generación tecnológica e innovadora con una conciencia social y abierta a las nuevas posibilidades de comercio y consumo responsable. La sociedad civil, la empresa privada, el gobierno y demás actores tienen la responsabilidad de buscar acciones compartidas que vayan construyendo una nueva Honduras.
Bibliografía
- “Análisis: Centroamérica, ¿si deportamos la impunidad?”, [en línea], tomado de http://www.estrategiaynegocios.net , el 13 de febrero del 2016.
- “Situación de Derechos Humano en Honduras”, [en línea], tomado de http://www.oas.org/, el 12 de febrero del 2016
- “Deportados a la muerte”, [en línea], tomado de https://honduprensa.wordpress.com , el 25 de febrero de 2016