Cómo ser un líder en tiempos revueltos

jefes

“Qué nota le ponen los empleados a sus jefes” es un estudio elaborado en 2009 por Otto Walter sobre la forma de dirigir de los altos directivos y los mandos medios en un ámbito empresarial español. Los “investigados” fueron “jefes” de empresas grandes y medianas y sus “críticos” 4.312 personas a su mando. En este caso, no había ninguna referencia a mujeres, pero las conclusiones del informe demuestran pueden ser orientativas y esperanzadoras para las “jefas” o aspirantes a serlo, ya que muchas de las mejores cualidades que harían bueno o excelente a un directivo están en perfecta línea con un estilo de actuación al que a veces las profesionales renuncian o no refuerzan por adaptarse al ambiente.

Ante todo, del informe se deduce que los tiempos de “vacas gordas” hacen bajar la guardia en lo que se refiere a la calidad de la dirección. La corriente se suele mover a favor de los audaces (más exactamente, de los poco escrupulosos), pero cuando las aguas se amansan (y en el mundo económico los ciclos son inevitables) la falta de ética y de coherencia de los planteamientos deja un saldo de errores y de imprevisión que se pagan. Lo lamentable es que esos fallos los van detectando los empleados que, sin embargo, no tienen los cauces o la confianza para poder señalar los peligros.

Tan solo un 22,6 por ciento han obtenido en este estudio la valoración de “buenos jefes” y un 35,4 de “válidos”, a los que faltaría un entrenamiento adecuado y un desarrollo de aspectos personales para dar el salto. El 42 por ciento restante no dan la talla y, dentro de este grupo, un 17,3 son mediocres. Este grupo es demoledor para la “moral” del equipo, ya que es difícil comprender cómo personas de tan escasas capacidades (al menos para ejercer el mando) son elegidas y, sobre todo, mantenidas en sus puestos.

¿Qué mejoras piden los empleados? La mayor parte pide “reconocimiento”, que se valore su trabajo de forma explícita. También que se gestione creando un clima positivo, frente a la presión negativa, el estrés y el agobio, donde entra la incapacidad del jefe para aceptar sugerencias o cambios. El trato considerado y la orientación: son aspectos que se relegan y eso va desde la relación personal, a la desorganización del trabajo por la que no se tiene en cuenta la vida personal del empleado, así como la escasa dedicación a formar al equipo y darles pautas para poder trabajar mejor y entender el contexto en el que se mueve la empresa. La mayor parte, por ejemplo, se queja de recibir “broncas” en muchos casos por haber actuado sin pautas claras.

En relación con el apartado anterior, la crítica es unánime en el caso de las reuniones. Mal planteadas y sin puntualidad, se consideran una pérdida de tiempo. A menudo los convocados no saben para qué les reúne el “jefe”. También desmoraliza y crea un pésimo ambiente entre los empleados, el directivo que se pasa el día criticando otras áreas de la empresa.

Comunicación, gestión de emociones, sentido del tiempo, jerarquía y responsabilidad sin rigideces: ¡son grandes valores de las mujeres! La cuestión es desarrollarlas conscientemente y prepararse a conciencia para ejercer el mando. Porque algo que señala este trabajo es que perfectos líderes natos nacen pocos. Los demás deben canalizar sus buenas cualidades para sacar lo mejor de sus equipos.


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