El top de las directivas en el mundo
Las mujeres con aspiraciones directivas o profesionales tenemos derecho a quejarnos por lo mucho que nos toca luchar, pero no es cuestión de lamentarnos continuamente. Un respiro es, por ejemplo, la reciente lista de las mejores ejecutivas del mundo que elaboró (con criterios muy estrictos) el diario económico británico Financial Times.
En ella aparecen los cincuenta nombres de oro que dirigen grandes empresas de éxito, aunque el periódico también ofrece otros listados de las top entre las top que se habían quedado fuera de esta selección principal, pero que merecen menciones relevantes. Dos datos: entre esas máximas ejecutivas no aparece ninguna española (Ana Patricia Botín, consejera delegada de Santander UK, está en una de las listas de alternativas) y abundan los nombres de asiáticas, especialmente de China e India. Estamos hablando de compañías como PepsiCo, Avon Products, Kraft Foods, Xerox, Yahoo…
Este hecho, el que directivas no occidentales copen los grandes puestos puede resultar desconcertante cuando se piensa en la condición femenina dentro del área geográfica de la que proceden. Pero los negocios no han sido nunca ajenos a las mujeres del mundo asiático, por ejemplo, donde a menudo desde una posición socialmente discreta han movido con soltura pequeños y grandes imperios económicos. Una de las elegidas en este listado de FT, Güler Sabanci, turca, que aparece en el tercer puesto como máxima responsable de Sabanci Group, ofrecía su propia explicación al fenómeno al señalar que “en los países en vías de desarrollo es más fácil encontrar mujeres en posiciones relevantes porque no hay reglas escritas sobre quién debe liderar”.
Son varias las reflexiones que nos podemos hacer. Una es que los europeos (y no digamos los españoles) nos tenemos que “poner las pilas” ante la fuerza de ese nuevo eje del mundo económico que nos desafía con su energía, creatividad y capacidad empresarial. Otra es ver, una vez más, la enorme potencia de las mujeres y cómo la economía se puede beneficiar de la presencia femenina en el mercado laboral, sea en la cumbre de las compañías, sea transformando sus modestas comunidades a partir de los microcréditos, de lo que hay tantas pruebas. No debería haber ni una cumbre internacional en la que no se insistiera en ello para que se enteren los jerarcas políticos (y sociales) más contrarios al cambio.