EOI – los primeros años
Este es el primero de una serie de artículos en los que queremos compartir momentos clave de la historia de España a través de la evolución de EOI y sus protagonistas. Alumnos, profesores y personal de EOI cuentan en el libro 50 años, 50.000 experiencias las transformaciones que ha sufrido la Escuela de Organización Industrial, la primera escuela de negocios fundada en nuestro país, en un contexto contexto social, político y económico de grandes cambios.
El primero de nuestros protagonistas es Luis Alberto Petit Herrera, Director Gerente de la Real Academia de Ingeniería y alumno de la primera promoción de EOI, en la que cursó Organización de la Producción en 1957. Él es el responsable de la Introducción de este libro de entrevistas, que ha titulado «De las primeras fotocopiadoras al nacimiento del SIMO». En ella Petit relata que, en el mismo año en que comenzó su formación en la Escuela, Juan Ramón Jiménez recibía el Premio Nobel de Literatura, se lanzó el Primer Satélite artificial, el Sputnik I, se abrió el Canal de Suez, se sentaron las bases de la Comunidad Económica Europea y nació SIMO (Salón Informativo de Material de Oficina), del que Petit es fundador.
«De las primeras fotocopiadoras al nacimiento del SIMO»
Corría la primavera de 1956 tras un invierno muy frío en Europa. Forzados por las circunstancias, se iban
retirando de África los países colonizadores. Habían transcurrido tres años desde el final de mis estudios de Ingeniería y me había comprado mi primer coche. Con este motivo me enteré de que se multaba con 100 pesetas a quien osara tocar el claxon. Cesaron a Pedro Laín mientras los tanques soviéticos invadían Hungría. A Juan Ramón le concedieron el Nobel y se casó Grace Kelly con Rainiero. Se anunció el primer curso de la Escuela de Organización Industrial y volví a las aulas.
Bajo el manto de la Comisión Nacional de Producción Industrial, numerosos ingenieros visitaban USA, lo que influyó en que nuestra productividad se incrementara en 1956-1960 en 7,4% sobre la media de 1951-1955, en vez del 6,6% si se comparaban los datos homólogos anteriores. Seguíamos el ritmo de otros países europeos iniciándose una política liberalizadora en un período “bisagra”.
Fue el año que precedió al del lanzamiento del primer satélite artificial: el Sputnik I, haciéndose realidad los sueños futuristas de Verne, Asimov o Clarke. Así, con base en una bola del tamaño de un balón de baloncesto con cuatro antenas que durante 20 días transmitieron un famoso bip-bip, se inició la “era del espacio”, cumpliéndose la frase de Max Weber: “El hombre nunca hubiera logrado lo posible si no hubiera intentado siempre lo imposible”.
También fue 1957 cuando –mientras se abría el Canal de Suez- los “seis” firmaron los Tratados de Roma que establecieron la Comunidad Económica Europea y la Eurotom. Eran los tiempos de Schumann, Adenauer, Erhard, Spaak, etcétera.
Mientras tanto, Cela se convertía en Académico, se lanzó el “600” ¡al precio de 66.000 pesetas! y se promulgó la Ley de Enseñanzas Técnicas que cambió el sistema para cursar Ingeniería. Los antiguos “ingresos” se tornaron en un “selectivo” e “iniciación” en las Escuelas y se crearon los Doctorados. También se fundó la mayoría de los Colegios Profesionales de Ingenieros para defensa de los intereses y participación en la elaboración de los Planes de Estudios.
La designación de Juan XXIII como Sumo Pontífice, el Nobel otorgado a Pasternak, la vuelta de De Gaulle al poder y la boda Dalí-Gala marcaron un nuevo año en que aparecieron las fotocopiadoras. En España, surgió una nueva herramienta para el consumo: los supermercados. Especial relevancia se dioa la Ley de Procedimiento Administrativo que trataba de llevar a la Administración lo que se hacía popular en el mundo de la Empresa. Así, aparecían expresiones como rapidez, agilidad y flexibilidad. Y palabras como normalización, racionalización, simplificación, mecanización, automatización. Las tramitaciones se reflejaban como procesos de producción de información, de forma correlativa a los procesos de fabricación en el mundo industrial. Parecía que aquello debía funcionar…
En un año de contrastes, entre la llegada de Eisenhower a Madrid y la aparición de la ETA, o entre la conexión
del coaxial con Francia y la tragedia de Ribadelago, o entre el Nobel a Ochoa y los éxitos de Blume y el Tour de Bahamontes, la ONU proclamó en 1959 los Derechos del Niño yChipre se independizó. Se lanzó el Plan de Estabilización Económica tras un período de autarquía y mientras, en muchas
partes, se vivía “la dolce vita”.
Aunque con alguna reticencia, la economía se orientó a la deflación y la apertura de mercados, a pesar de un retroceso en la renta durante un año. Tras la reconstrucción y el abastecimiento después de la Guerra Civil y
la Mundial, se había hecho imprescindible una liberalización de importaciones, una reforma fiscal, el
fomento de inversiones extranjeras, la convertibilidad de la peseta y una necesaria flexibilidad. Fue un
Plan de transformación estructural, inicio de la “era del desarrollismo”. Se empezó con un superávit en
la balanza de pagos y una inflación que disminuyó del 12% (1958) al 2% (1960).
Fue entonces cuando se produjeron cambios tecnológicos importantes: petróleo que sustituye en parte al carbón y plástico, química, metal, maquinaria, etcétera, experimentaron grandes transformaciones tecnológicas. Entre la “comercialización de la píldora” y un Madrid “pentacampeón” discurrió, en gran parte, 1960 mientras que se constituía la EFTA y la OCEE se convertía en la OCDE.
La fiebre de las mejoras en el campo de la organización industrial, por parte de una nueva promoción de empresarios, se contagió al campo de las organizaciones administrativas –asignatura pendiente- donde se procesan datos en vez de materiales. La Administración, implicada en su reforma desde el 58, creó el Centro de Formación y Perfeccionamiento de Funcionarios para modernizar la gestión, con la colaboración, entre otras, de una joven generación de ingenieros que pretendía simplificar la farragosa Administración Pública abandonando los “manguitos” y la “letra redondilla”.
Y como consecuencia, surgió una Exposición: el naciente SIMO –Salón Informativo de Material de Oficina- como muestra de novedades para el trabajo de oficinas con máquinas de calcular y de escribir eléctricas y electromagnéticas de contabilidad, multicopistas, archivadores, impresoras de direcciones, facturadoras, registradoras, mobiliario funcional, papelería, grabadoras, sistemas de comunicación y ¡qué me sé yo! hasta equipos de ficha perforada antecesores de los ordenadores, que se comercializaron poco después de que Renfe o INP los estrenaran en España. Había nacido la primera Feria Monográfica de España que se celebraría siempre en un ambiente de universidad de urgencia para explicar, en unas salas, lo que las empresas vendían en los stands. Era el 15 de diciembre. Presidió Franco acompañado de seis ministros. A la misma hora se casaban Fabiola y Balduino….