¡¡IPv6 no existe!! Son los padres!
Mucho se habla a veces de que internet tal cuál lo conocemos ahora se está agotando porque ya no quedan direcciones IPv4, y de hecho últimamente ha aparecido la noticia de que Estados Unidos se ha quedado sin direcciones IPv4 y que sólo África tiene aún algunas libres que también se acabarán pronto.
Pero esto, ¿qué quiere decir?
El direccionamiento IP se desarrolló en los años 70 para poder numerar de manera unívoca y localizar las máquinas que se conectaban dentro de una red. Dicho direccionamiento contaba con 4 valores de 8 bits cada uno, pudiéndose numerar hasta 232 ≈ 4200 millones de direcciones distintas. Además, se establecieron unas categorías de direcciones para diferentes entornos, tales como las direcciones privadas, públicas o dedicadas a multidifusión. Dicha numeración se dimensionó en la época por los padres de Internet pensando que sería más que suficiente para su funcionamiento. Obviamente aunque fue una revolución, era difícil de predecir su agotamiento, y a medida que el sistema fue creciendo se vio que el uso de éste método tocaría a su fin en algún momento, como hemos visto que está pasando ahora.
¿Cómo lo solucionamos?
Previendo que esto iba a pasar, hace mucho tiempo se pusieron a darle vueltas a la cabeza los padres de Internet junto con sus hijos y se llegó a la conclusión de que habría que diseñar un nuevo sistema de direccionamiento que no tuviera las limitaciones del actual y que permitiese tener un futuro mejor para nuestros hijos sin que ellos lo supieran. Por eso se diseñó el protocolo IPv6, que multiplicaba por cuatro el número de bits utilizados en el direccionamiento actual, alcanzando los 2128 ≈ 340 sextillones de direcciones. Para hacerse una idea, a cada milímetro cuadrado de la tierra le podríamos asignar 670 mil billones de direcciones (yo no he echado las cuentas, pero no está mal). Parece que con esta solución estaríamos tranquilos por un tiempo.
¿Es realmente esta solución una innovación?
A parte de la novedad de tener más direcciones, el nuevo protocolo IPv6 tiene otras ventajas en cuanto a autoconfiguración, seguridad, movilidad y enrutamiento que lo hacen más útil y mejor preparado para las comunicaciones del futuro. A pesar de eso, en mi opinión no deja de ser más que una evolución en vez de una verdadera revolución. Últimamente se está hablando mucho de la Internet de las Cosas (IoT, de Internet of Things), en el que no sólo se comunicarán las personas a través de sus dispositivos sino los dispositivos entre ellos independientemente de que existan interacciones humanas. Y como hay más cosas que personas, aunque existan muchísimas más direcciones puede que haya otras limitaciones que impidan a IPv6 asumir este cambio.
¿Hay alguna alternativa más?
Afortunadamente sí. Poco a poco se han ido diseñando nuevos paradigmas de comunicación que permitan asumir los retos del futuro de Internet. Uno de ellos es el de las redes centradas en el contenido, en inglés CCN (Content-Centric Networking). En este nuevo paradigma lo importante es el contenido en sí y no dónde se encuentre. Por tanto, si un usuario desea obtener un contenido (vídeo, audio, web, etc), independientemente de dónde se encuentre le llegará, sin preocuparse del direccionamiento ni de la ubicación física de los datos que lo integran (el usuario normalmente no se preocupa, pero el dispositivo desde el que lo pide sí). Para alcanzar la información disponible en la red, en vez de preguntar por un determinado servidor de datos ubicado en una IP del tipo que sea (como si fuera una ubicación física), la información podría estar en cualquier sitio e incluso llegar desde varios sitios a la vez de manera automática. Este mecanismo tiene muchas ventajas interesantes, como por ejemplo que no se necesitarían direccionamientos desorbitados para estructurar la información en Internet, sino que con utilizar directamente un sistema de nombres cualquier contenido sería accesible, dejando obsoleto IPv6. Otra ventaja que se propone es que puesto que la información puede venir de cualquier sitio, ésta se puede almacenar en puntos intermedios del Core de Internet para que tarde menos en llegar a los destinos que la soliciten. Esto permitiría que los routers que ahora mismo sólo se dedican a dirigir el tráfico de Internet además almacenasen parte de la información que pasa por ellos para optimizar los recursos de los enlaces (si una persona ya se ha bajado un vídeo desde el origen, ¿para qué las siguientes personas que lo quieran ver van a tener que llegar hasta ese punto pudiendo conseguirlo de puntos intermedios más cercanos?).
¡Investiguemos e Innovemos!
En mi opinión, este sistema sí que representaría una innovación y una revolución en las comunicaciones de Internet, ya que modificaría radicalmente la manera en la que se organiza la información en la red actualmente y mejoraría la eficiencia de las comunicaciones de manera global. Naturalmente quedan aún muchas cosas por hacer y por plantear, y hay muchas trabas para un cambio tan radical en un sistema tan global, pero tiene la ventaja de que ofrece un campo de investigación muy amplio para definir el Internet del futuro, y en el cuál estoy en parte inmerso por estar desarrollando mi tesis sobre estos conceptos. Además, muchos de los avances innovadores que se producen en torno a este nuevo paradigma luego pueden ser aplicados a otros ámbitos, incluso en el Internet actual.