Tras una crisis mundial sin precedentes provocada por la pandemia de la COVID-19 y una recuperación sometida a los desequilibrios provocados por un crecimiento de la demanda agregada mucho más intenso que el de una oferta agregada, afectada por disrupciones y cuellos de botella, la sociedad europea se ha visto trágicamente sacudida por la invasión de Ucrania por Rusia. Una guerra que se está materializando con toda su crueldad en términos de vidas humanas y millones de refugiados, y que cercena la legítima soberanía de la sociedad ucraniana para elegir su futuro. Cuando todavía estamos en la etapa de la escalada del conflicto y de las sanciones, ya sabemos que sus repercusiones políticas, económicas y sociales van más allá de las fronteras de Ucrania y Rusia, y afectan especialmente a la Unión Europea y a la geopolítica mundial. Sus consecuencias a largo plazo son todavía difíciles de vislumbrar, pero todo apunta a que la UE puede salir de esta crisis mucho más unida, coordinada y solidaria, que aumentará su gasto en defensa, reducirá sus relaciones comerciales con Rusia y la dependencia de su gas, y que acelerará la transición energética.
Ana Palacio, abogada internacional y exministra de Asuntos Exteriores
Ignacio Torreblanca, analista político y director de la oficina en Madrid del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores
Elena Pisonero, fundadora y CEO de Relathia.