#15 El poder de la convicción
Virginia Pividal
—Directora gerente de Lipasam
No es afrenta alguna afirmar que Sevilla se ensucia rápidamente. Se trata de una ciudad extensa respecto al tamaño de su población, con una gran vida social, una elevada afluencia turística y una insuficiente colaboración ciudadana en su cuidado.
Afortunadamente, los sevillanos cuentan con Lipasam, la empresa municipal de limpieza, líder en su sector gracias a su demostrada eficacia. Su actual directora gerente, Virginia Pividal, afronta sin arrugarse el reto de mejorar cada día la calidad de los servicios que se prestan al ciudadano.
La formación de Virginia como bióloga ha ido evolucionando de manera natural y creciente hacia competencias de gestión, que se iniciaron en su etapa anterior en la Agencia de Agua y Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. Su gran empatía le facilita aprender y compartir con su entorno. No cree en la figura del líder y sí en la compenetración con su equipo y en una organización que sepa escuchar, por lo que no es extraño verla dialogar con cualquier operario de limpieza.
Si esta puede ser una clave de su éxito, otra emana de su profunda convicción en lo que hace: “Mi principal valor es que me creo los proyectos que dirijo, porque si no me creo algo me cuesta defenderlo”. Esta certidumbre interior se apoya en su apuesta sin fisuras por un sector público en el que lleva 17 años. Sin desdeñar la colaboración con las empresas, Virginia afirma que “Lipasam es un buen referente nacional de una empresa pública que lleva 30 años funcionando bien y el hecho de que seamos públicos no quiere decir que nos olvidemos de la eficiencia. Además, nuestro motor no es el reparto de dividendos”.
La ajetreada gestión de Lipasam consiste en dirigir una plantilla de cerca de 1.600 personas unidas en el objetivo de mantener la limpieza vial y realizar la recogida de residuos domiciliarios para su posterior tratamiento, sin olvidar el ahorro de recursos y evitar la contaminación. En esta lucha diaria la innovación juega un papel vital, hasta el punto de haberse incorporado al ADN de la empresa.
“Lipasam es un buen referente nacional de una empresa pública que lleva 30 años funcionando bien y el hecho de que seamos públicos no quiere decir que nos olvidemos de la eficiencia”.
Una de las preocupaciones más importantes de Lipasam es predicar con el ejemplo y reducir el impacto medioambiental de su propia actividad. En este sentido, la innovación tecnológica más reciente ha sido participar en un programa piloto del proyecto europeo Life Ewas. Mediante sensores instalados en contenedores de vidrio, que miden su nivel de llenado, se han optimizado las rutas de recogida al movilizar los camiones únicamente cuando existe una necesidad real de vaciado. La utilización de estas TICs ha permitido un ahorro energético del 67% y el correspondiente descenso en las emisiones. Los buenos resultados del experimento supondrán una ampliación gradual de estas rutas de recogida inteligentes.
El cálculo exacto de las emisiones propias forma parte del otro proyecto pionero de la empresa, ComuniCO2, cuya principal aportación es la colocación en la web de Lipasam de un contador, a tiempo real, con el que el ciudadano puede comprobar la cantidad de emisiones que la empresa está evitando con sus actividades. Este reloj de la contaminación supone, al mismo tiempo, un reto continuo para Lipasam, porque la comparación con los resultados del año anterior aumenta el grado de autoexigencia.
Para Lipasam, encadenar retos es marca de la casa. En esta tendencia ha iniciado un programa de recogida de biorresiduos que, aunque en su fase inicial está dirigido a mercados de abastos, restaurantes y hoteles, se va a extender a toda la ciudadanía mediante la instalación de contenedores específicos. Por otro lado, y con los ojos puestos en la Semana Santa, se ha llegado a un acuerdo con la cátedra de Química Orgánica de la Universidad de Sevilla para sintetizar una cera destinada a la fabricación de los cirios de las procesiones que permita más fácilmente su extracción del pavimento.
Otros de los frentes abiertos en la empresa municipal es la reducción de la contaminación acústica procedente del ruido que se genera en las labores de limpieza con la adquisición de la maquinaria —sopladoras, barredores mecanizados, vehículos...—más silenciosa disponible en el mercado. En este sentido, el parque móvil de Lipasam, compuesto entre otros equipos por camiones pequeños, motocarros y triciclos exclusivamente eléctricos, además de mejorar su eficiencia energética y acústica, aporta un valor añadido de movilidad con la reducción de los tiempos de desplazamiento.
La continua tecnificación de la empresa ha contribuido a mejorar la percepción que los sevillanos tienen del trabajo de los operarios. “Al profesionalizar esta actividad, hemos conseguido dignificar este trabajo. Ya no se habla de basureros o barrenderos, sino de profesionales de la limpieza”, aclara Virginia.
Para estimular la implicación del ciudadano en la limpieza y el cuidado de su ciudad se realizan multitud de actividades educativas y de concienciación, como son las acciones que se desarrollan mediante un programa especialmente diseñado para colegios e institutos, las brigadas medioambientales que se realizan en barrios y a pie de calle o las que se organizan a través de un plan anual de mentalización ciudadana.
Virginia Pividal cree que el espíritu de la innovación se puede aplicar a cualquier cometido como, por ejemplo, a la búsqueda de la manera más efectiva para que los mensajes que se transmiten desde la empresa generen la mayor involucración posible del ciudadano.
Bajo el lema “¿Hacemos de Sevilla la ciudad más limpia?”, Lipasam ha lanzado una campaña de comunicación que intenta hacer cómplice a la ciudadanía en el desafío. Sobre esta iniciativa afirma: “Trasladar la idea de que, si todos y todas queremos, si Sevilla quiere, Lipasam puede hacerlo realidad. Es un reto que me creo a pies juntillas”.
La inquebrantable fe que atesora Virginia es capaz de mover conciencias y montañas de basura.
——2009
Executive MBA
Con el Master reforzó sus capacidades directivas y experimentó un descubrimiento transcendental: la visión global e integradora del funcionamiento de una empresa. Otro efecto fue una apertura de miras, porque “el MBA te hace salir de tu entorno y compartir experiencias profesionales con tus compañeros”.
Valora el carácter práctico de las clases impartidas por profesionales en activo, porque “más que dar una clase magistral, lo que hacen es transmitir su gran bagaje”.